Miserias humanas en la corrosión de las sociedades
Epicúreos y estoicos
En el valle del Señor, unas personas están entregadas al desenfreno de los placeres de la vida: riqueza, fama, sexo, gula, éxito, poder, etc.; otras personas están decididas a vivir como perros. Precisamente de la fusión de la praxis de estas filosofías el valle del Señor se convierte, irremediablemente, en el valle de lágrimas.
Las personas apegadas a la filosofía de Epicuro se llaman epicúreos y a la de Diógenes, cínicos o estoicos. Hoy, abundan epicúreos, también hay estoicos. Tienen sus ventajas y desventajas, aunque acaso una buena filosofía de vida sea -parafraseando a Aristóteles- el justo medio; ni lo uno (epicúreo) ni lo otro (cínico), término medio nomás. Seas epicúreo o seas cínico o seas justo medio aristotélico; con tal que sea FELIZ, ¡adelante! Pero, aquí justamente se complica las filosofías de vida para unos y para otros ¿Qué es, realmente, la felicidad y qué, realmente, la desventura? ¿Qué para unos y qué para otros?
Si temes a Dios o a los dioses, por ejemplo, siendo estoico o siendo cínico, ya no eres feliz ni puedes serlo. Si te turbas por tu pobreza o por tu riqueza, siendo estoico o siendo cínico ya no eres feliz ni puedes serlo. Si siendo estoico o epicúreo te dejas llevar por las pasiones, ya no eres feliz ni puedes serlo. Si temes a la muerte, siendo estoico o siendo cínico ya no eres feliz ni puedes serlo.
A propósito de la muerte he encontrado el siguiente texto que se atribuye a Epicuro: “La muerte, el más horrendo de los males, nada nos afecta; pues mientras nosotros vivimos, no ha venido ella; y cuando ha venido ella, ya no vivimos nosotros. Así, la muerte ni es contra los vivos ni contra los muertos; pues en aquellos aún no está...Por lo cual el sabio no teme al no vivir, pues la vida no le es anexa”. En mis escasas lecturas a Antonio Machado he encontrado también similar pensamiento epicúreo sobre la muerte. “La muerte –dice Machado- es algo que no debemos temer porque, mientras somos, la muerte no es y cuando la muerte es, nosotros no somos. La muerte es una quimera: porque mientras yo existo, no existe la muerte; y cuando existe la muerte, ya no existo yo”. ¿Estos textos son acaso –pregunto yo- artificios verbales para aparentar que no tememos o que no debemos temerle a la muerte?
Sea uno u otro; es decir, sea epicúreo o estoico, sea pobre o rico; pero se FELIZ ¿Cómo? He aquí la importancia del concepto de ATARAXIA, de la imperturbabilidad que en esencia significa tranquilidad del alma. Así, no turbarse de nada y por nada, es la clave de
He aquí algunos extractos de los textos de Epicuro: “Vana es la palabra del filósofo que no cure los sufrimientos del hombre. Pues del mismo modo que no es útil la medicina a menos que cure las enfermedades del cuerpo, tampoco lo es la filosofía si no sirve para suprimir las enfermedades del alma”..... “Cuando afirmamos que el placer es el fin, no nos referimos para nada a los placeres disolutos o sensuales, como dicen los que ignoran nuestra doctrina, los que están en desacuerdo con ella o los que la malinterpretan. El placer al que nos referimos se caracteriza por la ausencia de sufrimiento corporal y por la paz (ataraxia) del alma” .......... “De todas las cosas que la sabiduría conquista para procurar la felicidad de una vida completa, la mayor es la posesión (sic) de la amistad”.
Cuenta (Wikipedia) que cuando a un cínico le invitaron a una lujosa mansión del epicúreo, le advirtieron de no escupir al suelo, acto seguido escupió al dueño, diciendo que no había encontrado otro sitio más sucio.
Imagen principal: Diogenes by John William Waterhouse. Wikipedia.
¿DÓNDE SE FUE EL PADRE PADILLA?
Me pareció interesante una expresión coloquial que recuerdo leí pero no dónde. En una entrevista que un experimentado periodista le hace a Victoria Santa Cruz Gamarra, ante una incómoda pregunta del periodista, ella le responde: -Por ser mayor de edad no te mando donde se fue el Padre Padilla. Y el periodista muy interesado rápidamente la inquirió: -Y ¿A dónde se fue el padre Padilla? Victoria le respondió con absoluta altisonancia: ¡A la mierda!
Creo pertinente hacer uso en mis pláticas esta casi diplomática forma de mandar a la mierda a la gente, porque ganas de decirlo y a quien decirlo no faltan. Cuando noto que una persona que dialoga (o discute) conmigo habla cojudeces o no entra en razón, le diré cortésmente: “por respeto a tu persona no te mando donde se fue el Padre Padilla”. Sugiero a mi interlocutor retirarse sin decir nada porque si insiste diciéndome: -¿Y dónde se fue el Padre Padilla? No dudaré en responderle categóricamente diciéndole: ¡A la mierda!.
Victoria Santa Cruz, hermana del inmortal Nicomedes Santa Cruz Gamarra, es una famosa compositora, intérprete musical y poetisa. Se destaca como una resuelta opositora al racismo. Una de sus composiciones e interpretaciones que ha logrado fama es:
Me gritaron negra “Tenía siete años apenas,/ apenas siete años, / ¡Que siete años! / ¡No llegaba a cinco siquiera! / De pronto unas voces en la calle / me gritaron ¡Negra! / ¡Negra! ¡Negra! ¡Negra! ¡Negra! ¡Negra! ¡Negra! ¡Negra! / “¿Soy acaso negra?”- me dije / ¡ SI ! / “¿Qué cosa es ser negra?” / ¡Negra! / Y yo no sabía la triste verdad que aquello escondía. / ¡Negra! / Y me sentí negra, / ¡Negra! / Como ellos decían / ¡Negra! / Y retrocedí / ¡Negra! / Como ellos querían / ¡Negra! / Y odie mis cabellos y mis labios gruesos / y mire apenada mi carne tostada / Y retrocedí / ¡Negra! Y retrocedí . . . ¡Negra! ¡Negra! ¡Negra! ¡Negra! / Y pasaba el tiempo, / y siempre amargada / Seguía llevando a mi espalda / mi pesada carga / ¡ Y como pesaba ¡ . . / Me alacie el cabello, / me polvee la cara, / y entre mis cabellos siempre resonaba la misma palabra / ¡Negra! ¡Negra! ¡Negra! ¡Negra!¿Y qué? /¡Negra! / Si / ¡Negra! / Soy / ¡Negra! / Negra / ¡Negra! / Negra soy / ¡Negra! / … / Llaman a los negros gente de color / ¡ Y de qué color ¡ / NEGRO / ¡ Y qué lindo suena ¡ / NEGRO / ¡ Y qué ritmo tiene ¡ / NEGRO NEGRO NEGRO NEGRO/ …”
Como no recordar a Nicomedes Santa Cruz, hermano de Victoria. Un gran intelectual y poeta. Hizo famosa a las Décimas. He aquí unas muestras:
“Muerte, si otra muerte hubiera / Muerte, si otra muerte hubiera / Que de ti me libertara / a esa muerte pagara / porque a ti, muerte te diera”. (Anónimo). “
“
INGRATITUDES
Después de dos años visité a mis padres
Generalmente suelo ser muy apegado a mis padres. Aun separados por distancias, siempre he buscado y encontrado oportunidades para estar junto a ellos. En estos dos últimos años, preocupaciones cotidianas me impidieron visitarlos. Un buen día decidí ir al encuentro. Llegué a su humilde morada sin que ellos esperaran mi visita. Ahí estaba mi papá José y mi mamá Evarista, ya muy avanzados en edad y con las mismas ropas de hace tiempo. –¡Hijo!, cómo estás, te hemos extrañado mucho, me dijo mi padre sorprendido y con lágrimas en sus ojos, abrazándome y poniéndome luego sus manos en mis hombros como es su costumbre. Mi madre, siempre efusiva con sus hijos, irrumpió y se abalanzó hacia mí para abrazarme y besarme envuelto en lágrimas; así siempre ella es. Mi visita fue una gran sorpresa para ellos después de dos largos años.
Me he visto conmovido al ver a mi padre muy avanzado de edad, un poco encorvado ya –él que siempre nos daba el ejemplo de andar siempre erguido, aun anciano-, su cabeza estaba totalmente cubierta de canas relucientes, peinadas hacia atrás, como siempre, dejando su arrugada frente totalmente libre a la usanza de sus tiempos mozos; al parecer se había afeitado recientemente y veo que no ha dejado su costumbre de usar un pequeño bigote al estilo Hitler. Él, que se burlaba de ancianos que usan bastón porque decía que era de viejos tembleques, ahora sólo podía moverse y muy pesadamente asistido por un bastón de sauce bien hecho que según me contaría después él mismo se fabricó. Mi padre estaba cubierto de harapos pero impecablemente remendados intuyo por mi madre porque ella es una experta en remiendos; recuerdo que ese saco y camisa que eran de mi uso le he obsequiado hace ya muchos años, pues entonces tampoco podía comprarle ropa nueva, no por mezquindad sino por carencia; su pantalón de siempre y sus clásicos calzados que siendo de color marrón para su dueño inicial, mi hermano Domingo, fue cambiando de color y ahora por el paso del tiempo, en su mayor parte cuarteados y deformados, había adquirido un vetusto color grisáceo plañidero. Tremenda sorpresa me llevé, sin embargo, al notar que su pesado andar aunque de delgada figura cubierta de ropa andrajosa, estaba recompensada por su dentadura, natural y estaba ¡completa!.
Igual o más me conmovió al ver a mi madre. No podía creerlo que ella, acostumbrada a andar sacándose sus canas una por una –pelaba una y aparecían 20- y ya resignaba a tenerlas al considerar inexorable, su escasa y corta cabellera estaba totalmente blanca luciente y, como siempre, se había hecho su habitual pequeña trenza de una sola tira que más parecía cola de “chacha” (mascota), como solía decir mi cuñada Ubaldina. Cuan vieja estaba mi madre e igualmente haraposa pero limpia (la limpieza y la pulcritud son apreciados valores para ella) con su habitual chompa azul, blusa blanca y su falda a cuadritos de color blanco y sus zapatos negros, todos ellos muy corroídos por el trascurrir del tiempo; pero eso sí, ropa comprada especialmente para ella, porque no teniendo hijas –sólo una pero viviendo muy lejos- era imposible que usara ropa de sus hijas, a diferencia del caso de mi padre, quien teniendo varios hijos, bien podía usar sus prendas. Apoyada en un grueso bastón de sauce, mi madre se esforzaba en presentarse ante mí erguida y nunca olvidaré su familiar figura frágil y medianamente pequeña que despierta ternura y, cuándo no, de fácil lágrima, llorando como siempre.
-Qué agradable sorpresa Nemesio que nos hayas visitado, estoy muy contento de verte querido hijo, dijo mi padre todavía con lágrimas en sus ojos. -Te veo muy acabado hijo, estás canoso, qué te está sucediendo. –Bueno, padre son como dice Cantinflas “cachetadas de la vida”, pero yo estoy hecho para hacer frente a las vicisitudes de la vida. –Cómo están tus hermanos Juan, Domingo, Felícitas, Justo; interrumpe mi madre -ellos también nos han olvidado y no vienen a visitarnos. -Todos estamos bien mamá, no te preocupes, le dije. Y así, sin darnos cuenta ya habían pasado varias horas de conversar de todo y, por supuesto, como es habitual en estos encuentros, les invité tomar conmigo dos botellas de cerveza. Siendo ya tarde, nos despedimos muy efusivamente con el compromiso de volver cotidianamente y desde su puerta mis padres blandearon sus manos en señal de despedida y del pronto retorno. Satisfecho de haberlos visitado a mis padres después de dos años y con el compromiso de hacerlo frecuentemente, salí del Cementerio Nueva Esperanza en el que descansan en paz mis padres José y Evarista. Mi padre se fue a la eternidad hace ya 20 años y mi madre 5 años después. Nunca los olvidaremos.