LA PRODUCCIÓN Y DIVULGACIÓN DE LA CIENCIA Y TECNOLOGÍA EN BRASIL
Nemesio Espinoza Herrera
Brasil, como todo el mundo sabe, es un inmenso país sudamericano (cerca de 9 mil millones de Km2 y 190 millones de habitantes) que al igual que cualquier país de Latinoamérica y El Caribe debe afrontar grandes retos de desarrollo sostenido y sostenible orientados hacia la mejora gradual de la calidad de vida de su población. Y lo está haciendo bien. Bien desde el momento en que la clase política y la sociedad misma empiezan a consolidar la idea de que la mejor y efectiva forma de lograr el desarrollo sostenido y sostenible de las sociedades de esta parte del orbe es prestar mucha atención al tema de la priorización de la ciencia, tecnología e innovación.
Brasil va por ese camino. Tiene por ejemplo –a diferencia de otros países latinos y del Caribe- una larga historia desde el Brasil imperial en cuanto a lo que significa otorgarle importancia a la ciencia y tecnología. El mismo emperador Don Pedro II, Carlos Chagas, Oswaldo Cruz, Santos Dumont, Fritz Muller, Darcy Ribeiro, etc. constituyen científicos brasileños dignos de emulación por parte de los científicos actuales de la nueva generación. Admirador de los científicos universales, como por ejemplo la algarabía en la recepción de Einstein en 1925, Brasil apuntala para ser uno de los países pioneros en Latinoamérica en el ámbito de la ciencia y tecnología. Ahí están los resultados: Brasil en el ranking mundial de universidades que investigan para producir ciencia y tecnología (Estudio de la Universidad de Shanghai), apareciendo siempre en las estadísticas mundiales referidas a la producción científica, con universidades prestigiosas para estudios de post grado (maestrías y doctorados), con la existencia de investigadores científicos con grados de doctor (se dice que cada año se graduan 10 mil doctores, grado académico vinculado a la investigación científica, por lo tanto vinculado a la producción científica); y lo más importante, con la mejor expresión de hasta qué punto los brasileños han comprendido la enorme importancia de la necesidad del avance científico para el desarrollo de la sociedad: la existencia activa del Ministerio de Ciencia y Tecnología.
La producción científica en Brasil (producción de artículos científicos, libros, tesis, inventos, descubrimientos, nuevos conocimientos, tecnologías, innovaciones, etc.) tienen por fuente principal la INVESTIGACIÓN CIENTÍFICA. Universidades (federales, estatales, privadas), institutos de investigación especializados (biología, medicina, agricultura, mar, medio ambiental, etc.) y una gran e importante masa crítica constituida por investigadores científicos principalmente jóvenes están laboriosamente participando en las actividades de la investigación científica porque hay una cultura científica que percibe no solo la importancia de la investigación científica sino, ante todo, su rol productora de la ciencia, tecnología e innovación. Esta situación es, de hecho, una buena señal para Latinoamérica y El Caribe por cuanto concebir a la labor de la investigación científica como fuente de la ciencia, tecnología e innovación y a los investigadores como sus creadores permitirán promover las investigaciones científicas y la formación de investigadores, científicos e intelectuales en nuestros países.
Pero, lo que sucede en Brasil no sólo es el hecho de que el Estado y la sociedad misma otorgan importancia a la ciencia y tecnología y, por consiguiente, a las labores de la investigación científica como factores de desarrollo económico y social; sino, sobre todo, Brasil ha creado condiciones para algo de mayor trascendencia aún: la popularización de la ciencia y tecnología. Un país para ser desarrollado, vale decir, para lograr la mejora gradual y sostenida de la calidad de vida de su población no sólo requiere la activa participación de élites productoras de la ciencia, tecnología e innovación y de la comunidad científica, sino la activa participación de la sociedad entera. La popularización o la masificación de la ciencia y tecnología que conduce a la configuración de la cultura científica nacional es una condición absolutamente necesaria para promover el desarrollo de las sociedades del siglo XXI y del tercer milenio. No decimos que en Brasil la popularización científica ya es un hecho, sino decimos que va en camino firme hacia ella porque la construcción de la cultura científica nacional no es un asunto a corto plazo sino de mediano y largo plazo porque significa un proceso de cambio de mentalidad y tratándose de un país aún en pleno proceso de desarrollo popularizar la ciencia y tecnología es una tarea difícil; pero que en el caso de Brasil se viene dando importantes avances.
La popularización de la ciencia y tecnología, es decir, la alfabetización científica de una sociedad, requiere de un medio valioso: la divulgación científica. En este último caso, Brasil tiene, acaso, una labor pionera en América Latina y El Caribe. Por ejemplo, Brasil está invadido de museos –el museo caso como el instrumento más idóneo de divulgación de la ciencia y tecnología. Nada más que en Rio de Janeiro hay una gran cantidad de museos (Astronomía, de la Vida, del Cielo, Telecomunicaciones, Antropología, Ciencias de la Tierra, Arte, Casa de Ciencia, del Universo, Historia Natural, Biología, etc.) pero bajo el concepto moderno de museo. Hay otros medios de divulgación científica activamente trabajados y desarrollados tales como los Espacios Culturales, museos o exhibiciones itinerantes, el Jardín Botánico, Televisión (TV Futura, por ejemplo), periódicos y revistas, medios electrónicos, etc., etcétera. Importancia aparte tienen en el tema de la divulgación científica el sistema educativo brasileño cuya filosofía incita a formar desde niños de la mano con la ciencia y eso significa formar de verdad una nueva generación de brasileños para el desarrollo. Otra señal de la inquieta pero sostenida voluntad brasileña por la divulgación científica es “echar mano” por ejemplo a dos grandes pasiones de Brasil: la samba y el fútbol. La ciencia en los carnavales y el fútbol; dos buenas y efectivas formas de divulgar la ciencia, tecnología e innovación a las masas.
NOTA: El autor de este pequeño artículo expresa su reconocimiento a los 25 científicos y divulgadores de la ciencia de Brasil que impartieron sus conocimientos y experiencias como expositores en el Curso de Perfeccionamiento de Divulgación de la Ciencia y Tecnología en el Contexto de América Latina y Caribe (Rio de Janeiro del 15 de octubre al 14 de noviembre de 2007). Igualmente el reconocimiento a los expositores de Costa Rica, Colombia y Argentina. Especial reconocimiento a Alfredo Tolmasquim. Moema Vergara, Roseana Costa y José Antonio del Museo de Astronomía y Ciencias Afines (Anfitrión). Gratos recuerdos de los que participaron en el Curso: Daisy, Djana, Ethel, Giovanna, Carmen, Justo, Liliam, María Alice, Marilisa, Paulo, Roberta y Vera: todos ellos de Brasil. Adriana, Bruno y Guillermo de Argentina; Laura y Teresita de México; Lorena y Vilma de Colombia; Margot de Costa Rica y Sergio de Chile.
Nemesio Espinoza Herrera
Brasil, como todo el mundo sabe, es un inmenso país sudamericano (cerca de 9 mil millones de Km2 y 190 millones de habitantes) que al igual que cualquier país de Latinoamérica y El Caribe debe afrontar grandes retos de desarrollo sostenido y sostenible orientados hacia la mejora gradual de la calidad de vida de su población. Y lo está haciendo bien. Bien desde el momento en que la clase política y la sociedad misma empiezan a consolidar la idea de que la mejor y efectiva forma de lograr el desarrollo sostenido y sostenible de las sociedades de esta parte del orbe es prestar mucha atención al tema de la priorización de la ciencia, tecnología e innovación.
Brasil va por ese camino. Tiene por ejemplo –a diferencia de otros países latinos y del Caribe- una larga historia desde el Brasil imperial en cuanto a lo que significa otorgarle importancia a la ciencia y tecnología. El mismo emperador Don Pedro II, Carlos Chagas, Oswaldo Cruz, Santos Dumont, Fritz Muller, Darcy Ribeiro, etc. constituyen científicos brasileños dignos de emulación por parte de los científicos actuales de la nueva generación. Admirador de los científicos universales, como por ejemplo la algarabía en la recepción de Einstein en 1925, Brasil apuntala para ser uno de los países pioneros en Latinoamérica en el ámbito de la ciencia y tecnología. Ahí están los resultados: Brasil en el ranking mundial de universidades que investigan para producir ciencia y tecnología (Estudio de la Universidad de Shanghai), apareciendo siempre en las estadísticas mundiales referidas a la producción científica, con universidades prestigiosas para estudios de post grado (maestrías y doctorados), con la existencia de investigadores científicos con grados de doctor (se dice que cada año se graduan 10 mil doctores, grado académico vinculado a la investigación científica, por lo tanto vinculado a la producción científica); y lo más importante, con la mejor expresión de hasta qué punto los brasileños han comprendido la enorme importancia de la necesidad del avance científico para el desarrollo de la sociedad: la existencia activa del Ministerio de Ciencia y Tecnología.
La producción científica en Brasil (producción de artículos científicos, libros, tesis, inventos, descubrimientos, nuevos conocimientos, tecnologías, innovaciones, etc.) tienen por fuente principal la INVESTIGACIÓN CIENTÍFICA. Universidades (federales, estatales, privadas), institutos de investigación especializados (biología, medicina, agricultura, mar, medio ambiental, etc.) y una gran e importante masa crítica constituida por investigadores científicos principalmente jóvenes están laboriosamente participando en las actividades de la investigación científica porque hay una cultura científica que percibe no solo la importancia de la investigación científica sino, ante todo, su rol productora de la ciencia, tecnología e innovación. Esta situación es, de hecho, una buena señal para Latinoamérica y El Caribe por cuanto concebir a la labor de la investigación científica como fuente de la ciencia, tecnología e innovación y a los investigadores como sus creadores permitirán promover las investigaciones científicas y la formación de investigadores, científicos e intelectuales en nuestros países.
Pero, lo que sucede en Brasil no sólo es el hecho de que el Estado y la sociedad misma otorgan importancia a la ciencia y tecnología y, por consiguiente, a las labores de la investigación científica como factores de desarrollo económico y social; sino, sobre todo, Brasil ha creado condiciones para algo de mayor trascendencia aún: la popularización de la ciencia y tecnología. Un país para ser desarrollado, vale decir, para lograr la mejora gradual y sostenida de la calidad de vida de su población no sólo requiere la activa participación de élites productoras de la ciencia, tecnología e innovación y de la comunidad científica, sino la activa participación de la sociedad entera. La popularización o la masificación de la ciencia y tecnología que conduce a la configuración de la cultura científica nacional es una condición absolutamente necesaria para promover el desarrollo de las sociedades del siglo XXI y del tercer milenio. No decimos que en Brasil la popularización científica ya es un hecho, sino decimos que va en camino firme hacia ella porque la construcción de la cultura científica nacional no es un asunto a corto plazo sino de mediano y largo plazo porque significa un proceso de cambio de mentalidad y tratándose de un país aún en pleno proceso de desarrollo popularizar la ciencia y tecnología es una tarea difícil; pero que en el caso de Brasil se viene dando importantes avances.
La popularización de la ciencia y tecnología, es decir, la alfabetización científica de una sociedad, requiere de un medio valioso: la divulgación científica. En este último caso, Brasil tiene, acaso, una labor pionera en América Latina y El Caribe. Por ejemplo, Brasil está invadido de museos –el museo caso como el instrumento más idóneo de divulgación de la ciencia y tecnología. Nada más que en Rio de Janeiro hay una gran cantidad de museos (Astronomía, de la Vida, del Cielo, Telecomunicaciones, Antropología, Ciencias de la Tierra, Arte, Casa de Ciencia, del Universo, Historia Natural, Biología, etc.) pero bajo el concepto moderno de museo. Hay otros medios de divulgación científica activamente trabajados y desarrollados tales como los Espacios Culturales, museos o exhibiciones itinerantes, el Jardín Botánico, Televisión (TV Futura, por ejemplo), periódicos y revistas, medios electrónicos, etc., etcétera. Importancia aparte tienen en el tema de la divulgación científica el sistema educativo brasileño cuya filosofía incita a formar desde niños de la mano con la ciencia y eso significa formar de verdad una nueva generación de brasileños para el desarrollo. Otra señal de la inquieta pero sostenida voluntad brasileña por la divulgación científica es “echar mano” por ejemplo a dos grandes pasiones de Brasil: la samba y el fútbol. La ciencia en los carnavales y el fútbol; dos buenas y efectivas formas de divulgar la ciencia, tecnología e innovación a las masas.
NOTA: El autor de este pequeño artículo expresa su reconocimiento a los 25 científicos y divulgadores de la ciencia de Brasil que impartieron sus conocimientos y experiencias como expositores en el Curso de Perfeccionamiento de Divulgación de la Ciencia y Tecnología en el Contexto de América Latina y Caribe (Rio de Janeiro del 15 de octubre al 14 de noviembre de 2007). Igualmente el reconocimiento a los expositores de Costa Rica, Colombia y Argentina. Especial reconocimiento a Alfredo Tolmasquim. Moema Vergara, Roseana Costa y José Antonio del Museo de Astronomía y Ciencias Afines (Anfitrión). Gratos recuerdos de los que participaron en el Curso: Daisy, Djana, Ethel, Giovanna, Carmen, Justo, Liliam, María Alice, Marilisa, Paulo, Roberta y Vera: todos ellos de Brasil. Adriana, Bruno y Guillermo de Argentina; Laura y Teresita de México; Lorena y Vilma de Colombia; Margot de Costa Rica y Sergio de Chile.
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