HUATICA
Otrora bendita y pecaminosa gruta del placer
Otrora bendita y pecaminosa gruta del placer
Encantado por todo lo que se dice de Huatica -que en el Jirón Renovación de
La Victoria había un río, que en sus ambas riberas se había asentado uno de los
más grandes y célebres prostíbulos de Lima (acaso de América Latina), que a él
frecuentaban personajes célebres entre ellos el Premio Nobel Mario Vargas
Llosa, etc.-, y de pura curiosidad estos días busqué y hallé el casi legendario
y temido Jirón Renovación en el distrito de La Victoria. Es un típico jirón
victoriano que naciendo en la Av. Grau se prolonga hasta la Av. México.
Enterado estoy también que Manco Cápac, monumento asentado en la Plaza que
lleva su nombre, señala con su dedo índice al Huatica.
Por ello me resultó más fácil llegar primero a la Plaza Manco Cápac, alzar
la vista al dedo índice del Inca y me dirigí hacia donde indica para encontrase
con las primeras cuadras del Jirón Renovación. Así procedían quienes antaño
querían llegar al Huatica, entonces paraíso del placer carnal. Además, guiarse
por Manco Cápac evitaba la “vergüenza” y el temor de preguntar a alguien de
cómo llegar ahí; vergüenza por el burdel, temor por ser asaltado). A propósito
del Inca, el Premio Nobel Mario Vargas Llosa, caserito del Jr. Renovación, en
su obra La Ciudad y los perros hace referencia al “puto” de
Manco Cápac por su actitud de complicidad con los feligreses del Huatica).
Huatica era un famoso lenocinio no sólo porque frecuentaba personajes
célebres (artistas, políticos, escritores, intelectuales) sino hombres comunes
y corrientes nacionales y extranjeros. Había entonces cuadras delimitadas según
precios (como refiere Mario Vargas Llosa en El pez en el agua) que
–calculo- iban desde 10 hasta 200 soles (de hoy) según la edad, belleza,
coqueteos y extranjería de las féminas. Ahora, el otrora famoso Jirón
Renovación por las inmediaciones de la Av. Grau, sede antaña de la casa de
citas Huatica, está reducido a la nada, ya no es más un antro del placer sexual
y creo que hasta ya no hay riesgo de que le asalten a uno y todavía subsisten
viejas casas de dos pisos de quincha y barro, mudos testigos de que en sus años
mozos sus ventanas eran vitrinas de mujeres que daban sentido a la vida de los
hombres amancebados y sus interiores una sinfonía de gemidos en olores a
cenizas de encuentros carnales fugaces.
Lima, no solo la horrible sino también la ciudad de los reyes, la tres
veces coronada bella, se ha caracterizado también por ser una ciudad –como
cualquiera otra gran metrópoli del mundo- burdelera. Pues, extinguido Huatica
no se puede decir “muerto el perro, muerta la rabia” sino por el contrario
creció la demanda de las meretrices y también crecía la oferta, pues
aparecieron por ensalmo el Cinco y medio, el Trocadero, El Botecito, La Nené,
Las Cucardas, la Costa Verde y las hostales que en algunas zonas en cada
manzana hay 5. Así como los restaurantes, los lugares dónde hacer el amor,
nunca desaparecerán. Es que el sexo, siendo humano, es una necesidad vital.
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