MI PAISANA JUANITA
Chinitos son
tus ojitos
Mi paisana Juanita es
una de esas cholas –como decía mi tío Antolín- “bien ricas” y, peor aún,
pendencieras. Donde ponía el ojo ponía la bala. (A buen entendedor, pocas
palabras). Tenía fama de “tumba cholo”. Pero, eso sí, se caracterizaba también
por ser trabajadora y muy responsable. Un día, de pura curiosidad y ya un poco
entrado en confianza con ella, le pregunté: -Oye Juanita, tú haces el amor con
condón? Juanita que no tenía la menor idea de condón, porque era cucufata en
algunas “modernidades”, y en una actitud defensiva para demostrar que sabe lo
que le están preguntando, después de una pequeña pausa reflexiva, respondió:
-Sí, con don Juan, con don Domingo, con don Justo, con don Telésforo. Es decir,
se había levantado –que es como dicen aquí cuando alguien hace relaciones
sexuales furtivas y fugaces- a la mayoría de mis paisanos, como bien
sospechaba. (Foto: pilingue.blogspot.com)
Después de varios años
me enteré que Juanita convivía con mi paisano Jacinto. En Vito, mi pueblo, está
comprobado que los matrimonios duran poco mientras las convivencias, para
siempre. Un buen día nos encontramos con Jacinto y para celebrar el reencuentro
de nuestra amistad ingresamos al Bar Tobara (nostalgia da saber que ya no existe,
que de expender cervezas para la buena salud y alegría, ahora convertido en
farmacia vende medicinas que empeoran la salud y entristecen –o como decía mi
padre: “el doctor me da remedios, yo no los tomo ¡y me sano!”). Después de
conversar de todo, cerveza viene, cerveza va, Jacinto determinó contarme su
vida. Decía que se había enamorado perdidamente de Juanita, en realidad seguía
enamoradísimo; que sin ella no encontraba sentido su vida, que tenía un hijo de
casi dos años; pero, mantenía un gran secreto que por ser su mejor amigo
decidía hacerme saber, nada más porque para secretos soy yo, un sepulcro. -Mira
Nemesio, me dijo, tú debes saber seguramente que Juanita trabajó estos últimos
tres años donde el chino Lau en su Chifa. Resulta que cuando mi hijo tenía
ya 6 meses de nacido, estuve preocupado porque aún no abría sus ojitos y
temiendo que podía tratarse de una enfermedad llevé al médico.
Jacinto, con rasgos
absolutamente andinos y sin nada de oriental, me contó lo que había sucedido en
el consultorio. Dizque el médico lo revisó muy esmeradamente al niño y
asegurándose que Juanita, su conviviente, no escuchara lo que tenía que
decirle, condujo a Jacinto a un ambiente contiguo y sin piedad alguna, le
habría dicho: –Mira amigo, lamento decirte que el que tiene que abrir los ojos
eres tú y no el bebe porque él es chino”. Al escuchar esto de Jacinto casi se
me escapa la risa, no de burla sino porque era como si me estuviera contando un
chiste de Miguelito Barraza; pero, felizmente me aguanté y esforzándome en
presentar compungida mi cara le dije: -Eso quiere decir que no es tu hijo,
balbuceé. –Todavía dudas incauto Nemesio, por supuesto que no es mi hijo, es
del chino pendejo Lau; me respondió. –pero si el médico te dijo eso hace ya
hace un año y medio, veo que sigues conviviendo con ella, le dije. Claro que sí
pues amo tanto a Juanita y precisamente ahí está mi problema. De aquella vez
–ya transcurre 3 años aproximadamente- no los veo a ninguno de los dos, ni a
Juanita ni a Jacinto. Me inquieta saber cómo va esa situación; apenas me
entere, seguiré contando. (Es la primera vez, y será la última, que cuento un
secreto confiado).
Por: Nemesio Espinoza
Herrera
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