31 diciembre, 2013

INGRATITUDES

INGRATITUDES
Después de dos años visité a mis padres
Generalmente suelo ser muy apegado a mis padres. Aun separados por distancias, siempre he buscado y encontrado oportunidades para estar junto a ellos. En estos dos últimos años, preocupaciones cotidianas me impidieron visitarlos. Un buen día decidí ir al encuentro. Llegué a su humilde morada sin que ellos esperaran mi visita. Ahí estaba mi papá José y mi mamá Evarista, ya muy avanzados en edad y con las mismas ropas de hace tiempo. –¡Hijo!, cómo estás, te hemos extrañado mucho, me dijo mi padre sorprendido y con lágrimas en sus ojos, abrazándome y poniéndome luego sus manos en mis hombros como es su costumbre. Mi madre, siempre efusiva con sus hijos, irrumpió y se abalanzó hacia mí para abrazarme y besarme envuelto en lágrimas; así siempre ella es. Mi visita fue una gran sorpresa para ellos después de dos largos años.
Me he visto conmovido al ver a mi padre muy avanzado de edad, un poco encorvado ya –él que siempre nos daba el ejemplo de andar siempre erguido, aun anciano-, su cabeza estaba totalmente cubierta de canas relucientes, peinadas hacia atrás, como siempre, dejando su arrugada frente totalmente libre a la usanza de sus tiempos mozos; al parecer se había afeitado recientemente y veo que no ha dejado su costumbre de usar un pequeño bigote al estilo Hitler. Él, que se burlaba de ancianos que usan bastón porque decía que era de viejos tembleques, ahora sólo podía moverse y muy pesadamente asistido por un bastón de sauce bien hecho que según me contaría después él mismo se fabricó. Mi padre estaba cubierto de harapos pero impecablemente remendados intuyo por mi madre porque ella es una experta en remiendos; recuerdo que ese saco y camisa que eran de mi uso le he obsequiado hace ya muchos años, pues entonces tampoco podía comprarle ropa nueva, no por mezquindad sino por carencia; su pantalón de siempre y sus clásicos calzados que siendo de color marrón para su dueño inicial, mi hermano Domingo, fue cambiando de color y ahora por el paso del tiempo, en su mayor parte cuarteados y deformados, había adquirido un vetusto color grisáceo plañidero. Tremenda sorpresa me llevé, sin embargo, al notar que su pesado andar aunque de delgada figura cubierta de ropa andrajosa, estaba recompensada por su dentadura, natural y estaba ¡completa!.
Igual o más me conmovió al ver a mi madre. No podía creerlo que ella, acostumbrada a andar sacándose sus canas una por una –pelaba una y aparecían 20- y ya resignaba a tenerlas al considerar inexorable, su escasa y corta cabellera estaba totalmente blanca luciente y, como siempre, se había hecho su habitual pequeña trenza de una sola tira que más parecía cola de “chacha” (mascota), como solía decir mi cuñada Ubaldina. Cuan vieja estaba mi madre e igualmente haraposa pero limpia (la limpieza y la pulcritud son apreciados valores para ella) con su habitual chompa azul, blusa blanca y su falda a cuadritos de color blanco y sus zapatos negros, todos ellos muy corroídos por el trascurrir del tiempo; pero eso sí, ropa comprada especialmente para ella, porque no teniendo hijas –sólo una pero viviendo muy lejos- era imposible que usara ropa de sus hijas, a diferencia del caso de mi padre, quien teniendo varios hijos, bien podía usar sus prendas. Apoyada en un grueso bastón de sauce, mi madre se esforzaba en presentarse ante mí erguida y nunca olvidaré su familiar figura frágil y medianamente pequeña que despierta ternura y, cuándo no, de fácil lágrima, llorando como siempre.
-Qué agradable sorpresa Nemesio que nos hayas visitado, estoy muy contento de verte querido hijo, dijo mi padre todavía con lágrimas en sus ojos. -Te veo muy acabado hijo, estás canoso, qué te está sucediendo. –Bueno, padre son como dice Cantinflas “cachetadas de la vida”, pero yo estoy hecho para hacer frente a las vicisitudes de la vida. –Cómo están tus hermanos Juan, Domingo, Felícitas, Justo; interrumpe mi madre -ellos también nos han olvidado y no vienen a visitarnos. -Todos estamos bien mamá, no te preocupes, le dije. Y así, sin darnos cuenta ya habían pasado varias horas de conversar de todo y, por supuesto, como es habitual en estos encuentros, les invité tomar conmigo dos botellas de cerveza. Siendo ya tarde, nos despedimos muy efusivamente con el compromiso de volver cotidianamente y desde su puerta mis padres blandearon sus manos en señal de despedida y del pronto retorno. Satisfecho de haberlos visitado a mis padres después de dos años y con el compromiso de hacerlo frecuentemente, salí del Cementerio Nueva Esperanza en el que descansan en paz mis padres José y Evarista. Mi padre se fue a la eternidad hace ya 20 años y mi madre 5 años después. Nunca los olvidaremos.
Por: Nemesio Espinoza Herrera



VIAGRAS, CONDONES Y SILICONAS

VIAGRAS, CONDONES Y SILICONAS
¿Ocaso de la humanidad en la Tierra?
Drauzio Varella, famosomédico y escritor brasileño ha dicho: "En el mundo actual, se está invirtiendo cinco veces más en medicamentos para la virilidad masculina y silicona para mujeres, que en la cura del Alzheimer. De aquí a algunos años, tendremos viejas de tetas grandes y viejos con pene duro, pero ninguno de ellos se acordará para que sirven". Patética descripción del ocaso sexual de la humanidad y de la proliferación de enfermedades que la ciencia aún no erradica.
Nuestros padres, abuelos y bisabuelos (y nosotros, el lector y yo), no usaron ni viagras, ni condones ni siliconas; pues resultaban innecesarios. Empero, eran –y son- absolutamente felices en su vida sexual. Al natural nomás. Cuanto más natural, más es el disfrute. A propósito de asuntos sexuales, mis tías muy discreta y libidinosamente decían: “los hombres hasta donde pueden y las mujeres hasta su muerte con lo que tienen”.
Entonces, como todavía hoy, no era necesario hacer que pueda el que no puede ni tener lo que no se tiene. Si no se puede y/o no se tiene, qué le vamos ha hacer. Sin embargo, la ciencia del sexo, pretende hacer, por ejemplo, que con la viagra se levante el que no quiere pararse; con la silicona tenga un cuerpo “hermoso” y con el atajo del condón experimente el orgasmo sin contacto ni roce piel a piel. A todo esto agreguemos bebés de probeta, clonación, vientre de alquiler. ¿Qué sentido tendría, entonces, hacer relaciones sexuales para el placer y para reproducirse –como manda Dios- si ambas cosas se puede hacer artificialmente?
En tan fatal situación ¿Adónde va la humanidad en materia sexual y reproductiva? Por el efecto de la teoría de la evolución y de la ley biológica de la selección natural, es escalofriante pensar que de aquí a un cierto tiempo (¿50, 100, 500 años?), acaso ya no habrá relaciones sexuales en las formas que hoy aún hacemos: hombre y mujer sin atajos ni tapujos. Acaso simplemente ya no las habrá. Un pene que no contacta con la vagina (porque se interpone el condón), con el tiempo se atrofia y desaparece, pues, para qué debe existir algo que ya no sirve para lo que debía servir. Senos y nalgas en prótesis, hará con el tiempo que no haya tetas ni caderas naturales. Erectar artificialmente con la viagra con el tiempo hará que se manifieste la ridiculez del pene porque no está como para levantarse y defenderse por sí mismo y tenderá a extinguirse.
Como si todo esto fuera poco, y aún para mayor desgracia de la humanidad, se asoma con más fuerza el Alzheimer, triste enfermedad que oscurece la mente y hace que no recordemos quienes somos ni quienes son los más cercanos a nosotros y si a eso agregamos que olvidamos por completo para qué sirven esas dos tetas grandes en base de siliconas y para qué ese pene duro en base a la viagra; mejor que venga la muerte, y pronto. En fin. Me pregunto: ¡¿En el futuro qué sentido tendrá la vida en la Tierra sin relaciones sexuales?!; peor aún, sin poder recordar cómo y para qué. Reflexionemos (y oremos). Dios se apiade de la humanidad.


TIPOLOGÍAS HUMANAS

TIPOLOGÍAS HUMANAS
El conchudo, el cojudo y el pendejo
“El que no vive de conchudo, muere de cojudo”. La autoría de esta especie de proverbio corresponde al psiquiatra Julio Hevia, profesor de la Universidad de Lima y egresado de la Facultad de Psicología de San Marcos. Agrega: “No sé si todos queremos ser conchudos o pendejos, pero por lo menos no queremos ser cojudos ni huevones, y en el afán de evitarlo quizá nos acercamos a los extremos” (El Dominical, El Comercio 13/10/02).
El Estado, la Iglesia, el Ejército, la universidad, la empresa, el matrimonio, la cárcel, la cantina; en suma, la sociedad está plagada de conchudos, cojudos y pendejos. Levantas una piedra y aparecen por docenas tales alimañas. Así como Ingenieros dijo que la mediocridad es un valor social; la conchudez, la cojudez y la pendejada resultan siendo también valores y tipologías sociales de la personalidad humana. Aunque, ser conchudo ya es, de por sí, ser pendejo; empero, conviene hablar, en el Perú, en términos de la tríada: el conchudo, el cojudo y el pendejo; pues en cada país tiene sus propias acepciones.

Un ejemplo típico de pendejo es Rasputín, quien era un humilde campesino; pero, por su naturaleza innata, era un “libertino”. Rasputín se las ingenió entrar al servicio del zar (rey de Rusia) y se ganó su absoluta confianza porque daba acertados consejos que le permitían al rey mantenerse, y bien, en el poder. En buena cuenta, Rasputín era especie de brujo, pitoniso, curandero, espiritista; y, para complemento de su (des)ventura, un maniático sexual que todas del palacio –incluyendo la reina- cayeron entre sus piernas y para todas las mujeres era el mejor haciendo el amor; es decir, Rasputín era un perfecto pendejo. Pero él creía -como creen equivocadamente los pendejos actuales- que era inmune e impune y el pobre cojudo Rasputín murió asesinado. Dicen que Rasputín tenía el miembro viril más grande del mundo (40 cm) y que tal pene cercenado se exhibiría en uno de los museos del mundo. Para mí, esta conjetura es otra pendejada de quienes pretenden idolatrar a Rasputín.
El adagio “Dios me libre de mis amigos que de mis enemigos me libro yo” es señal inequívoco que habiendo sido cojudo, uno se viene a dar cuenta tardíamente que estuvo rodeado de pendejos (as) o de conchudos (as), quienes se declaraban ser amigos tuyos. Los corruptos (abundantes en el Perú), por citar otro ejemplo, son los más pendejos que todos los pendejos juntos; son caraduras, sinvergüenzas, kullu uyas, kcala uyas; y todavía para poner a prueba toda su pendejada corren gritando ¡al corrupto!, ¡al ladrón!

Estando mi amigo desempleado y divagando por la calle cavilando sobre cómo hay pendejos (empleados) que ganan sin hacer nada y él hecho un cojudo pateando latas, vio en el quiosco de los periódicos una pequeña revistilla que decía Manual del Pendejo, cómo vivir sin trabajar y quitarle la esposa del vecino. (
http://hrbrthlgn.blogspot.com/) ¡Eureka! Había encontrado su salvación y por una miserable moneda de un sol, la compró con la huera pretensión de convertirse en un pendejo, aunque ni su cara le ayudaba para serlo. Había caído en la pendejada. Hoy mi amigo sigue siendo cojudo, convencido que ser pendejo es vocación; pero degustó el siguiente texto:
“QUERIDO LECTOR, sabemos sobradamente que no eres un pendejo ¡Claro que no! Por eso es que sufres como sufres, porque para vivir bien en este país tienes que ser pendejo, de otra manera uno está expuesto a la pendejada de los demás.. Por eso estamos seguros que después de leer este pequeño manual que hoy ponemos a tu disposición, harás cuanto puedas por llegar a ser un gran pendejo, con todas las de la ley, aunque no tengas disposiciones naturales para serlo.”
Sofocleto también da lecciones sobre las pendejadas en el Perú. En su famoso libro Los Cojudos reflexiona así: “Dado que el mundo está lleno de pendejos, no podríamos definir a la Sociedad como "un conglomerado de insignes cojudos" y, en consecuencia, para determinar la ubicación exacta del cojudo en nuestro medio social tendríamos que comenzar formulando una Tipología del Cojudo en sus dos manifestaciones esenciales: a) El aspirante a Cojudo, y b) El Cojudo propiamente dicho”.
“El aspirante a cojudo no es, como podría suponerse, un menor de edad ni nada parecido. Es simplemente un sujeto al que la vida no le dio todavía la oportunidad de hacer una Gran Cojudez que le sirva como tesis doctoral o de resbalar en un Cojudeo Sensacional que lo prestigie en el medio ambiente como un cojudo legítimo...”
“El Cojudo propiamente dicho es otra cosa. Nació para ser cojudo y cumple su destino a la perfección, sin quemar etapas, sin saltarse a la torera ninguno de los requisitos que exige la ortodoxia y la liturgia de la Cojudez Ancestral. Al cojudo de profesión le ponen cuernos, lo estafan, lo asaltan, le embarazan a la hija y le devuelven a la hermana. Tiene tías solteronas y va al circo solo, porque se encandila con el payaso, el trapecio y los leones. Es siempre el último de la cola, el que pierde la lotería por un número y camina como pato porque sufre escaldadura crónica. Como todo cojudo auténtico, es devoto de un santo rarísimo, y llora con las películas mexicanas porque siempre se identifica con el que lleva la peor parte, así se trate de Sara García. El cojudo propiamente dicho, llega a su climax sobre los treinta años y alcanza la apoteosis a los cincuentinueve. De los sesenta para arriba es lo que se llama "un viejo cojudo", lo cual significa que no le falta sino cometer la Gran Cojudez Final que cierre con broche de oro su carrera, antes que algún pendejo de la familia consiga meterlo en el manicomio bajo los cargos de Arteriosclerosis Generalizada y Problemas de Conducta que es como los siquiatras llaman a los cojudos, para disimular...”
“Pasé a vivir entre cojudos con la intención de escribir un libro sobre ellos pero a los veinte días los cojudos escribieron, entre todos, un libro sobre mí. Confieso que esto me sumió en un mar de dudas. ¿Era yo un pendejo entre cojudos, o era un cojudo entre cuatro pendejos? No tenía manera de averiguarlo y decidí mirarme en el espejo para discutir el punto conmigo mismo. Bueno, me encontré con la más perfecta cara de cojudo que he visto en mi vida...”.

Nemesio Espinoza Herrera


Oratoria

Oratoria
Demóstenes (384-322 a. C.), el orador más grande de todos los tiempos, no nació con tal virtud. Era achacoso, enclenque, ceceaba al hablar, poseía una timidez casi patológica para hablar frente a la gente; pero determinó ser un gran orador para completar su fama de guerrero y de estadista.
Practicó de mil formas y con muchos esfuerzos. Construía retóricas, se encerraba en habitaciones para ensayar discursos, acostumbraba ir a las orillas del mar para lanzar sus elocuentes peroratas de tal forma que silenciaba a las olas y al bullicio de las aves y así agrandaba sus pulmones, frecuentaba a los ríos para ver en el reflejo de sus tranquilas aguas los gestos de sus alocuciones, chancaba piedras en pedacitos y con ellos hacía gárgaras para timbrar y alzar su voz.
A propósito de la oratoria, el genial peruano Sofocleto (el recordado escritor de humor Luis Felipe Angell de Lama 1926-2004), que en honor al gran Sófocles adoptó tal exitoso apelativo, decía categóricamente que “la oratoria es el arte de no decir nada; pero diciéndolo con mucho énfasis”.
Naturalmente que uno de los requisitos (secretos) elementales del buen orador es perderle miedo a hablar en público; pero, “la mente es una cosa maravillosa que comienza a funcionar desde el primer minuto en que nacemos y no se detiene sino hasta que nos disponemos a hablar en público” (anónimo). Si te nubla la memoria por miedo al público, adiós a tu discurso.

(Imagen: 3.bp.blogspot.com)

Los laberintos del Cura

Los laberintos del Cura
El amor es una locura que ni el cura lo cura … ¿me lo jura?
Domingo, mi hermano, muy a su estilo, cuenta así respecto a un cura (sacerdote) y yo, dándole alguna forma, relato en los siguientes términos. Resulta que hace varias décadas atrás, llegó al pueblo de Vito un cura para residir un tiempo y predicar la palabra de Dios.
En esos tiempos entonces, recibirlo al cura significaba para el pueblo tenerlo al mismo Dios al alcance de la mano. El cura y el guardia (policía) eran, en aquellas épocas, los más temidos por el pueblo. Apenas llegado el cura, hombres y mujeres (y naturalmente las autoridades comunales) se apresuraron en ofrecerle todas las atenciones que tan noble visitante se merecía y creyendo que así lograrían indulgencias del Alto, se empeñaron en otorgarle ofrendas: gallinas, huevos, cuyes y hasta carneros.
Uno de los comuneros –que guardaba en secreto unos pecadillos de faldas (de polleras) no encontró mejor modo de expiar sus culpas y purificar su alma de una vez por todas que ofreciéndole a su hermosa hija menor, calificada como la más bella (y virgen) del pueblo para el servicio doméstico del cura.
Así fue pasando el tiempo, hasta que el “bendito” cura resolvió sus dubitaciones, sibilinas intenciones y sigilosas insinuaciones anteriores y persuadió a la chica no sólo a predicarle el amor sino en ¡hacerle! Además, las condiciones eran propicias por cuanto la agraciada damita estaba convencida que hacerle el favor al cura era hacerle favor al Alto Creador.
Pero al cura le asaltaba su escaso lado humano y se preocupó en el hecho de que siendo ella virgen mal haría el amor sin prevenirla del dolor que significaría su desfloración. Se proveyó de ungüentos. Llegado el buen día –en realidad la buena noche- ambos estuvieron enfrascados en los prolegómenos amorosos mientras el pueblo dormía.
El cura, ya perdido en su juicio y absolutamente convencido que era el primero que tocaba a la diosa del pueblo (así considerada por su deslumbrante belleza), untó en sus partes íntimas de la doncella con tan delicadeza que ocasionó la natural inquietud de ella: -doctor ¿por qué y para qué usted hace todo esto?, le dijo. -Para que no te duela, respondió. La chica con toda la naturalidad e ingenuidad propia de su edad le aventó sin misericordia en el rostro del cura diciéndole: -¿Así? ¿y cómo el sacristán lo hace sólo con la saliva? ¡Todo acabó! Al día siguiente el cura lió sus maletas y se fue para siempre del pueblo. 
Por: Nemesio Espinoza Herrera
(Imagen:www.fiebrebetica.com/media/galeria)


La inútil costumbre de usar calzón

La inútil costumbre de usar calzón
Esta es la teoría de mi amigo Anselmo al respecto: “La inútil costumbre de las mujeres de hoy usar el calzón –dice- es casi una estupidez humana, porque perjudica a los hombres y se perjudican ellas mismas”. “El uso del calzoncillo en el caso de los hombres –continúa diciendo Anselmo a su estilo- sí es razonablemente justificable porque es necesario sostener los huevos, si los tiene, y acaso bien puede denominarse sostén porque tiene que sostener los testículos de la natural caída por gravedad”.
En el caso de la mujer no, porque no hay nada que sostener ni tapar porque para este último está la falda, la pollera y/o el pantalón, o simplemente una hoja de parra. En invierno no es necesario el calzón porque para proteger del frio a tan bellas partes de la mujer, varias polleras o un pantalón grueso basta. En verano tampoco porque sin calzón la vagina y sus adyacentes próximos se mantienen frescos y si lleva calzón se ve perjudicada porque suda y gesta enfermedades infecciosas, peor aún si el calzón es de mala calidad. 
(En la foto: Britney, más extraordinaria y espectacular, sin calzón). Fuente de la foto: Internet.
Eva era feliz y sana sin calzón, Adán infinitamente feliz con ella, porque podía hacerle el amor de manera fácil, sin los engorrosos trámites que hoy significa bajarle el calzón, más aún debido a esa absurda y fabricada teoría feminista de que no hay “mujer fácil”. Mi tía Gertrudes era muy práctica para hacerle el amor a algún incauto al que le echaba ojo: simplemente se levantaba la pollera.
Tampoco necesitaba “baño” para atender su necesidad fisiológica, lo hacía donde se encontraba, aun en la vía pública, y ¡listo!, sólo era necesario asegurar no mojar las polleras, y aun así, normal.

En una ocasión, en Vito, mi pueblo, sorprendí sin quererlo a una señora “limeña” miccionando en el campo y observé –sin que ella se diera cuenta- las siguientes acciones: mirar a los cuatro lados por asegurar que no habían “sapos”, desbotonarse su pantalón y bajar el cierre, bajarse el pantalón, bajar su “panti” (medias que les llega hasta la cintura) y recién bajar su calzón y permaneces en cuclillas mientras dura la evacuación, para luego repetir, en retroceso, el tedioso proceso.

Epicúreos y estoicos. Filosofía

Epicúreos y estoicos
LA FILOSOFÍA DE GOZAR LA VIDA Y LA FILOSOFÍA DE LA VIDA DE PERRO
En el valle del Señor, unas personas están entregadas al desenfreno de los placeres de la vida: riqueza, fama, sexo, gula, éxito, poder, etc.; otras personas están decididas a vivir como perros. Precisamente de la fusión de la praxis de estas filosofías el valle del Señor se convierte, irremediablemente, en el valle de lágrimas.
El filósofo Epicuro de Samos (Siglo IV a.C.) predicaba la filosofía de gozar de la vida. Epicuro apostaba por luchar para conseguir la FELICIDAD, hacer cualquier cosa con tal que le satisfaga plenamente, que le haga feliz realmente. El filósofo Diógenes de Sinope, contemporáneo de Epicuro, era su antípoda. Eran opuestos por el vértice en cuanto a su filosofía de vida. Diógenes –a diferencia de Epicuro- predicaba renunciar a los placeres de la vida y no solo predicaba sino, como pocos, practicaba: estoico que era, vivía como perro, confinado en un tonel (Tonel de Diógenes); pero, era feliz.
Las personas apegadas a la filosofía de Epicuro se llaman epicúreos y a la de Diógenes, cínicos o estoicos. Hoy, abundan epicúreos, también hay estoicos. Tienen sus ventajas y desventajas, aunque acaso una buena filosofía de vida sea -parafraseando a Aristóteles- el justo medio; ni lo uno (epicúreo) ni lo otro (cínico), término medio nomás. Seas epicúreo o seas cínico o seas justo medio aristotélico; con tal que sea FELIZ, ¡adelante! Pero, aquí justamente se complica las filosofías de vida para unos y para otros ¿Qué es, realmente, la felicidad y qué, realmente, la desventura? ¿Qué para unos y qué para otros?
Si temes a Dios o a los dioses, por ejemplo, siendo estoico o siendo cínico, ya no eres feliz ni puedes serlo. Si te turbas por tu pobreza o por tu riqueza, siendo estoico o siendo cínico ya no eres feliz ni puedes serlo. Si siendo estoico o epicúreo te dejas llevar por las pasiones, ya no eres feliz ni puedes serlo. Si temes a la muerte, siendo estoico o siendo cínico ya no eres feliz ni puedes serlo.
A propósito de la muerte he encontrado el siguiente texto que se atribuye a Epicuro: “La muerte, el más horrendo de los males, nada nos afecta; pues mientras nosotros vivimos, no ha venido ella; y cuando ha venido ella, ya no vivimos nosotros. Así, la muerte ni es contra los vivos ni contra los muertos; pues en aquellos aún no está...Por lo cual el sabio no teme al no vivir, pues la vida no le es anexa”. En mis escasas lecturas a Antonio Machado he encontrado también similar pensamiento epicúreo sobre la muerte. “La muerte –dice Machado- es algo que no debemos temer porque, mientras somos, la muerte no es y cuando la muerte es, nosotros no somos. La muerte es una quimera: porque mientras yo existo, no existe la muerte; y cuando existe la muerte, ya no existo yo”. ¿Estos textos son acaso –pregunto yo- artificios verbales para aparentar que no tememos o que no debemos temerle a la muerte?
Sea uno u otro; es decir, sea epicúreo o estoico, sea pobre o rico; pero se FELIZ ¿Cómo? He aquí la importancia del concepto de ATARAXIA, de la imperturbabilidad que en esencia significa tranquilidad del alma. Así, no turbarse de nada y por nada, es la clave de la FELICIDAD. Si tu alma está preocupada, arrepentida, perturbada de los que has hecho (o no) por la afanosa búsqueda de tus placeres de la (tu) vida, por más que te declares como un verdadero epicúreo; pues no lo eres, porque no eres ni serás feliz. Si tu alma está preocupada, arrepentida, perturbada por la (tu) vida de perro que llevas por más que te declares como un verdadero estoico; pues no lo eres, porque no eres ni serás feliz.
He aquí algunos extractos de los textos de Epicuro: “Vana es la palabra del filósofo que no cure los sufrimientos del hombre. Pues del mismo modo que no es útil la medicina a menos que cure las enfermedades del cuerpo, tampoco lo es la filosofía si no sirve para suprimir las enfermedades del alma”..... “Cuando afirmamos que el placer es el fin, no nos referimos para nada a los placeres disolutos o sensuales, como dicen los que ignoran nuestra doctrina, los que están en desacuerdo con ella o los que la malinterpretan. El placer al que nos referimos se caracteriza por la ausencia de sufrimiento corporal y por la paz (ataraxia) del alma” .......... “De todas las cosas que la sabiduría conquista para procurar la felicidad de una vida completa, la mayor es la posesión (sic) de la amistad”.
Cuenta (Wikipedia) que cuando a un cínico le invitaron a una lujosa mansión del epicúreo, le advirtieron de no escupir al suelo, acto seguido escupió al dueño, diciendo que no había encontrado otro sitio más sucio.
Imagen principal: Diogenes by John William Waterhouse. Wikipedia.


Jack Ma: El enclenque y desgreñado multimillonario chino

Jack Ma: El enclenque y desgreñado multimillonario chino
En su accidentada presentación en el emporio textil de Gamarra (La Victoria – Lima) en el marco de Foro APEC 2008, mientras que otros le tiraban tomates, alguien gritó: ¡péinate oye!. No es que esté despeinado o descuidado, es que su estilo es así. Mientras que el peruano –nótese, por ejemplo a “Chemo” Del Solar que gasta tiempo en untarse un montón de gel y peinarse-, Jack (nombre norteamericano) Ma (apellido enteramente chino) simplemente gana tiempo y lo deja ahí su cabello, sin gel, sin peinarse; pero limpio.
Su enclenque figura despierta compasión en los ojos del peruano, parece que no comiera el pobre chino o estuviera el pobre en la última etapa de alguna penosa enfermedad. Pero, NO. Se trata del chino más rico de la legendaria China Popular y uno de los ricos más grandes del mundo que se codea con Bill Gates, Soros, el sultán de Brunei, etc.. Le dicen el Bill Gates chino (porque está metido también en el negocio de Gates: Internet).
O sea en China Popular hay también ricos como Ma, pobres como Chou y hasta marginados como el tibetano. En todas partes se cuecen habas. Pero la genialidad de Ma, se supone, crea empleos (de calidad) y riqueza; que es lo que más importa en el mundo. (Imagen: Internet)


Catarsis

Catarsis
Expiación – ataraxia – paz interior. Catarsis significa purificar el alma, limpiar nuestro interior, depurar nuestro espíritu. Catarsis también es purificar el cuerpo; pero el dolor corporal (físico) es más llevadera que el dolor espiritual. Catarsis es hacer que tengamos paz interior. Catarsis es evitar preocupaciones, miedos, culpas y remordimientos; y si podemos aprender a no sufrir sabiendo el caso de los demás que sufren, mejor. Catarsis es “poner barbas en remojo”. La mejor manera de lograr la catarsis es la expiación que significa hacer lo que se debe para quedar libre de pecado, de penas, de remordimientos, de culpas, de miedos; por consiguiente significa lograr la paz interior. Un vocablo que viene a pelo con la catarsis y/o con la expiación de las conmociones interiores es Ataraxia, que significa imperturbabilidad, serenidad, paciencia, silencio, calma y tranquilidad absoluta ante el mundo exterior. Nada te conmueve, nada te perturba, nada te más-turba, nada te preocupa. Afrontas las dificultades y ambigüedades con absoluta serenidad, y en tal condición, adquieres capacidades para lograr la paz interior, la felicidad. Un espíritu perturbado no ve –no puede ver- la luz.
Amado Nervo, por ejemplo, solía en su adultez lograr la ansiada Paz interior diciendo: “Vida: nada te debo / Vida: nada me debes / Vida: estamos en paz”. Facundo Cabral decía: “Hay tantas cosas para gozar y nuestro paso por la Tierra es tan corto, que sufrir es una pérdida de tiempo”. 
“Aunque tardíamente conté mis años y descubrí que tengo pocos para vivir; ya no estoy para sufrir”, decía mi abuela Feliciana (en la foto) y vivió en paz interior y en estado de ataraxia sus últimos cuarenta años (murió a los 114 años, más o menos, según cálculos efectuados en una sesión familiar). Chaplin dijo: “Canta, baila, ríe, llora y vive intensamente cada momento de tu vida... antes que el telón baje y la obra termine sin aplausos”.
Lao-Tse decía: “Quien conoce a los hombres es inteligente, quien se conoce a sí mismo es sabio. Quien vence a los otros posee fuerza, quien se vence a sí mismo es poderoso”. Tertuliano decía: “¿Quieres ser feliz por un instante? ¡Véngate!, ¿Quieres ser feliz para siempre? ¡Perdona! Shakespeare decía: “Sufrimos demasiado por lo poco que nos falta y gozamos poco de lo mucho que tenemos”. Lama decía: “En general la causa final del sufrimiento es la mente: la mente influida por malos pensamientos como la ira, los celos y el aferrarse a las cosas. La vida es corta y una gran parte de ella ya ha transcurrido. La muerte puede llegar en cualquier momento y cuando lo haga lo único que podremos llevarnos con nosotros será las huellas mentales de las acciones de nuestras vidas”.
Osho decía: “La luz está por doquier y tú vives en la oscuridad, la muerte no está en ninguna parte y te estás muriendo continuamente; la vida es una bendición y tú estás en el infierno. La verdadera felicidad consiste en no ser nadie y en dejarse llevar por el sino”.
Hay proverbios catársicos (de catarsis) como éstos: “No compitas con los demás, generas conflictos; preserva tu paz interior, no caigas en la provocación de los demás. Si te agrede, quédate en silencio, cultivando tu poder interno”. “El ignorante grita, el inteligente opina; el sabio, calla”. “Libera tu corazón del odio, tu mente de las preocupaciones; y siempre ríe”. “Lo hecho y pasado; hecho y pasado están. A lo hecho, pecho”. “He entendido que la vida es un conjunto de experiencias para gozar, no para sobrevivir y sufrir”. “Si el vino perjudica tus negocios, deja tus negocios”. “Si mis problemas tienen solución, no hay problema; si mis problemas no tienen solución, no hay problema”.
Por: Nemesio Espinoza Herrera
(Foto principal: conplumaypapel.com).


ESCRITORES INMORTALES

ESCRITORES INMORTALES
Empedernido lector no soy, aunque debía serlo por razones profesionales y laborales. Como resultado de mis pocas lecturas –que demuestran que algo leo- deseo expresar mi admiración a algunos escritores que tienen especial significado para mí porque encontré en ellos la razón de por qué no sólo de pan y espíritu vivimos las personas, sino también de las letras. Ya en Viñetas de Cultura Popular (Link Julio 2008), me he referido al gran señor don RICARDO PALMA (en mayúscula) y al argentino José Ingenieros. Espero que en las próximas ocasiones haga también referencia a otros escritores, entonces probaría que sigo leyendo (y existiendo). Por: Nemesio Espinoza Herrera.
MIGUEL DE CERVANTES SAAVEDRA
El ingenioso hidalgo don Quijote de la Mancha
Miguel de Cervantes es un genial escritor universal de todos los tiempos y ha hecho de don Quijote de la Mancha y de Sancho Panza célebres símbolos de las personalidades humanas. En 1605 se publica El ingenioso hidalgo don Quijote de la Mancha, la obra literaria más grande y bella de la historia humana. Nunca olvidaré ese texto inicial que, más o menos, dice así: Don Quijote, de tanto leer y del poco dormir se le secó su cerebro y ya perdido de juicio vino a darse con una de las ideas que jamás dio loco en el mundo: hacerse caballero andante. Al menos recuerdo así; pero leamos el texto original. “Es, pues, de saber –dice Miguel de Cervantes- que este sobredicho hidalgo, los ratos que estaba ocioso (que era los más del año), se daba de leer libros de caballerías … y llegó a tanto su curiosidad y desatino en esto, que vendió muchas fanegas de tierra de sembradura para comprar libros de caballerías … y se enfrascó tanto en su lectura, que se le pasaban las noches leyendo de claro en claro, y los días de turbio en turbio; y así, del poco dormir y del mucho leer se le secó el cerebro, de manera que vino a perder el juicio… En efecto, rematado ya su juicio, vino a dar en el más extraño pensamiento que jamás dio loco en el mundo, y fue que le pareció convenible y necesario, así para el aumento de su honra, como para el servicio de su república, hacerse caballero andante.”
Como ya estaba perdido de juicio, su enclenque caballo “le pareció que ni el Bucéfalo de Alejandro ni Babieca el del Cid con él se igualaban”; y era preciso que tenga un nombre famoso “y así, después de muchos nombres que formó, borró y quitó, añadió, deshizo y tornó a hacer en su imaginación, al fin le vino a llamar Rocinante, nombre, a su parecer, alto, sonoro y significativo”. Pero también en el laberinto de su imaginación que probaba que no andaba bien de juicio, le sobrevino la idea de que “el caballero andante sin amores era árbol sin hojas y sin fruto, y cuerpo sin alma” y echó ojo a una campesina que se caracterizaba por su fealdad pero que para él era la más bella de la comarca “y buscándole nombre que no desdijese mucho del suyo, y que tirase y se encaminase al de princesa y gran señora, vino a llamarla Dulcinea del Toboso”, a quien don Quijote ofrendaría sus hazañas.
Luego de varias aventuras, don Quijote decide buscar un solícito acompañante y encontró en “un labrador vecino suyo, hombre de bien (si es que este título se puede dar al que es pobre). En resolución, tanto le dijo, tanto lo persuadió y prometió, que el pobre villano se determinó de salirse con él y servirle de escudero… Sancho Panza (que así se llamaba el labrador) dejó su mujer e hijos, y asentó por escudero de su vecino”; pero eso sí le solicitó a don Quijote que admitiera “llevar un asno que tenía, muy bueno, porque él no estaba ducho a andar mucho a pie”.
Y así, con don Quijote de la Mancha, Sancho Panza, el Rocinante y la Dulcinea del Toboso (aunque no físicamente, pero siempre presente en la mente del caballero andante), Miguel de Cervantes Saavedra arma una de las más bellas y extraordinarias historias genialmente inventadas que abarca varios tomos. Muchos escritores, entre ellos premios Nobel, de una u otra manera, imitan la genialidad obra. Leamos todos en casa El ingenioso hidalgo don Quijote de la Mancha.
GABRIEL GARCÍA MÁRQUEZ
Cien años de soledad
Siempre está en mí los recuerdos de la lectura de una de las obras literarias más impresionantes del gran colombiano, premio Nobel, Gabriel García Márquez: Cien años de soledad. Macondo, José Arcadio Buendía, Úrsula Iguarán, Melquíades, José Arcadio, Aureliano, Amaranta; personajes míticos de Cien años de soledad que siempre me sirven como temas de conversación en los domésticos almuerzos sabatinos y/o domingueros en familia que son las únicas veces que tenemos –aunque no siempre- la oportunidad de reunirnos alrededor de una mesa.
Cien años de soledad relata la fundación, apogeo y ocaso del pueblo de Macondo (legendario pueblo que me hace pensar en el pueblo de Vito de mi infancia y al que le he llamado el Macondo andino) y la vida azarosa de tres generaciones de la familia Buendía. En buena cuenta, toda familia tiene su propia y muy particular cien años de soledad. Por ejemplo, la familia mía: José Espinoza-Evarista Herrera, mis padres, asentados en el pueblo de Vito, tuvieron 7 hijos y éstos, en conjunto, tienen casi medio centenar de hijos quienes, a la vez, tienen hijos; y así. Desde que nacieron mis padres transcurren más de 100 años, en los que hubieron tristezas, alegrías, lágrimas, nacimientos, muertes, idas, venidas, guerras, hambre, sed, amor, odio, pobrezas, riquezas, etc., etc.; pero, al fin y al cabo; la familia en su soledad, como la propia humanidad.
“Muchos años después –dice Gabo al iniciar su célebre novela-, frente al pelotón de fusilamiento, el coronel Aureliano Buendía había de recordar aquella tarde remota en que su padre lo llevó a conocer el hielo. Macondo era entonces una aldea de veinte casas de barro y cañabrava construidas a la orilla de un río de aguas diáfanas que se precipitaban por un lecho de piedras pulidas, blancas y enormes como huevos prehistóricos”. Macondo era un pueblo tan pequeño y atrasado que el gitano trotamundo Melquíades solía llevar, cada vez, nuevos inventos que mostraba a los pocos pobladores que extasiados admiraban los avances que había en otros lares.
Llevó, por ejemplo, un imán grande. “Melquíades hizo una truculenta demostración pública … Fue de casa en casa arrastrando dos lingote metálicos, y todo el mundo se espantó al ver que los calderos, las pailas, las tenazas y los anafes se caían de su sitio, y las maderas crujían por la desesperación de los clavos y los tornillos tratando de desenclavarse, y aun los objetos perdidos desde hacía mucho tiempo aparecían por donde más se les había buscado”. José Arcadio Buendía, inteligente, idealista, imaginativo, creativo y emprendedor, determinó inventar un dispositivo a partir del imán inútil que Melquíades mostraba “para desentrañar el oro de la tierra”, aunque le dijeron que “Para eso no sirve”, José Arcadio “cambió su mulo y una partida de chivos por los dos lingotes imantados.
Úrsula Iguarán, su mujer, que contaba con aquellos animales para ensanchar el desmedrado patrimonio doméstico, no consiguió disuadirlo. –Muy pronto ha de sobrarnos oro para empedrar la casa, replicó su marido”. Y así, el pobre José Arcadio fue arrastrando por un buen tiempo los pesados lingotes imantados por los alrededores de Macondo; fracasó porque no logró desentrañar ni un milésimo de gramo del ansiado oro.
En otra ocasión, Melquíades y su séquito, llevó otro invento: una lupa grande e hizo, como era su costumbre, una exhibición estridente. “Sentaron a una gitana en un extremo de la Aldea e instalaron el catalejo a la entrada de la carpa. Mediante el pago de cinco reales, la gente se asomaba al catalejo y veía a la gitana al alcance de la mano. –Dentro de poco (pregonaba Melquíades) el hombre podrá ver lo que ocurre en cualquier lugar de la tierra, sin moverse de su casa”. También prendieron fuego en un montículo de hierbas secas como consecuencia de los rayos solares que pasaba por la lupa. “José Arcadio Buendía, quien aún no acababa de consolarse por el fracaso de sus imanes, concibió la idea de utilizar aquel invento como un arma de guerra”. Su idea era sencilla: con una lupa gigantesca podía quemar a distancia a los soldados enemigos.
Hizo una serie de experimentos “Pasaba largas horas en su cuarto, haciendo cálculos sobre las posibilidades estratégicas de su arma novedosa, hasta que logró componer un manual de una asombrosa claridad didáctica y un poder de convicción irresistible”. José Arcadio Buendía esperaba una orden del gobierno que no se sabía dónde diablos tenía su sede “con el fin de hacer demostraciones prácticas de su invento ante los poderes militares y adiestrarlos personalmente en las complicadas artes de la guerra solar. Durante veinte años esperó la respuesta”. Por supuesto, nunca llegó. José Arcadio Buendía, en otra ocasión y con algunos instrumentos de observación astronómica que Melquíades le obsequió en homenaje a su gran sabiduría congénita, descubrió lo que en otras partes del mundo ya se había descubierto: que la tierra era redonda. En otra ocasión montó un laboratorio de química para sus investigaciones de alquimia y fabricar la piedra filosofal para convertir en oro todo; pero sin resultados.
Después de muchos años vuelve el viejo gitano peregrino Melquíades a Macondo. Entonces la admiración ya no era los inventos que traía como dueño de circo sino él mismo, pues, era increíble, estaba muy joven y su secreto era su dentadura postiza. “Quienes recordaban sus encías destruidas por el escorbuto, sus mejillas fláccidas y sus labios marchitos se estremecieron de pavor ante aquella prueba terminante de los poderse sobrenaturales del gitano. El pavor se convirtió en pánico cuando Melquíades se sacó los dientes y se les mostró al público por un instante”.
Para complemento de la soledad, José Arcadio Buendía y Úrsula Iguarán, eran primos. De enamorados recelaban tener relaciones sexuales por temor no sólo al incesto sino a que sus hijos nacieran con cola de cerdo como había ya antecedentes en la familia. “José Arcadio Buendía, con la ligereza de sus diecinueve años, resolvió el problema con una sola frase: -No me importa tener cochinitos, siempre que puedan hablar. Así que se casaron con una fiesta que duró tres días… la madre de Úrsula … Temiendo que el corpulento y voluntarioso marido le violara dormida (confeccionó una especie de prenda de castidad). Úrsula se ponía antes de acostarse un pantalón rudimentario que su madre le fabricó con lona de velero … Durante la noche forcejeaban varias horas con una ansiosa violencia que ya parecía un sustituto del acto de amor, hasta que la intuición popular olfateó que algo irregular estaba ocurriendo, y soltó el rumor de que Úrsula seguía virgen un años después de casada, porque su marido era impotente. J
José Arcadio Buendía fue el último que conoció el rumor”. Un día en una pelea de gallos el de José Arcadio Buendía gana al del vecino Prudencio Aguilar y éste de puro picón y asegurando que todos los presentes escucharan, gritó: “Te felicito. A ver si por fin ese gallo le hace el favor a tu mujer”, pocos minutos después Prudencio era muerto atravesada su garganta por una lanza arrojada con furia por José Arcadio Buendía quien vengó tamaña ofensa. En la noche de este trágico día “José Arcadio Buendía entró en el dormitorio cuando su mujer se estaba poniendo el pantalón de castidad” y ordenó que se lo quitara “–Si has de parir iguanas, criaremos iguanas, dijo, -Pero no habrá más muertes por culpa tuya”. Y así, Gabriel García Márquez sigue en las restantes 350 páginas relatando amenamente los cien años de soledad de la familia Buendía.
MARIO VARGAS LLOSA
La guerra del fin del mundo
Laureado y universal célebre escritor sanmarquino que bien pudo ya haber ganado el Premio Nobel de Literatura, pero no dudo que en algún momento, merecidamente, se le otorgará. Su padre pensaba que San Marcos era una universidad de cholos, apristas y comunistas y por eso insistía que debía estudiar en La Católica; pero, Mario Vargas Llosa prefirió, a mucha honra, estudiar Literatura en San Marcos. “Cuando entré a San Marcos –dice MVLL- era un muchacho que amaba la literatura. Cuando egresé estaba convencido que escribir era mi destino y estaba resuelto a hacer lo imposible para lograrlo”. “Seguí la carrera de Letras y Derecho en San Marcos. La primera por vocación y la segunda por resignadas razones alimenticias”.
“El HOMBRE era alto y tan flaco que parecía siempre de perfil. Su piel era oscura, sus huesos prominentes y sus ojos ardían con fuego perpetuo. Calzaba sandalias de pastor y la túnica morada que le caía sobre el cuerpo recordaba el hábito de esos misioneros que, de cuando en cuando, visitaba los pueblos del sertón bautizando muchedumbres de niños y casando a las parejas amancebadas. Era imposible saber su edad, su procedencia, su historia, pero algo había en su facha tranquila, en sus costumbres frugales, en su imperturbable seriedad que, aun antes de que diera consejos, atraía a las gentes”. Esta cita textual, que para mí es extraordinaria, corresponde al primer párrafo de su célebre novela La guerra del fin del mundo que tiene cerca de 680 páginas y leerla te involucra en las complejidades del conflicto entre el fanatismo y la razón en el pueblo de Canudos (especie de Macondo), ubicado en Salvador de Bahía, Brasil.
En el texto citado, MVLL se refiere a un existente Antonio Consejero (Antonio Vicente Mendes Maciel), un fanático líder brasileño que tuvo como enemigos principales al Estado y a la Iglesia y desató una de las guerras más cruentas que registra la historia de Brasil: la historia real de la Guerra de Canudos. Por eso MVLL cita al inicio de la narración un retrato de O Fanatico Antonio Conselheiro, el mapa de Canudos (Canudos e suas cercanias) y el epígrafe “O Anti-Christo nasceu para o Brasil gobernar. Mas ahí está O Conselheiro para delle nos librar”. Y así, Jurema, el enano del circo, Galileo Gall, el periodista miope y otros personajes hacen de la novela La guerra del fin del mundo una de las mejores de MVLL.
MVLL es, además, dueño de una frondosa obra literaria. La ciudad y los perros, La casa verde, Conversación en la catedral, Pantaleón y las visitadoras, Elogio de la madrastra, Lituma en los andes, la Fiesta del chivo; son entre otras, sus famosas obras.
JOSE MARIA ARGUEDAS
Todas las sangres
La famosa novela Todas las sangres del gran escritor apurimeño y sanmarquino José María Arguedas, inicia relatando el suicidio del “Viejo”, don Andrés Aragón de Peralta, patriarca terrateniente y gamonal ricachón de la sierra con cuya muerte sobreviene la destrucción de su estirpe feudal. “El viejo se subió a tientas las gradas de piedra que conducían como un túnel a lo alto de la torre…llegó hasta las campanas .. Era día de fiesta y la multitud rebasaba hasta el atrio. Hombres y mujeres del pueblo y de los anexos próximos y lejanos habían venido a oír misa …(El viejo) estaba vestido de levita; sobre la camisa blanca, una corbata vieja, de seda brillante, se agitaba en el aire. -¡Escuchadme, malditos! ¡Maldito pueblo! ¡Maldito cura! ¡Maldita plaza! --- -¡Señores: ya voy a morir!. Oíd mi última voluntad, desde esta altura que no es de Dios solamente … Las campanas no tocan para el cura únicamente … ¡La torre No es de Dios. Es mía. … Escúchenme k’anras (sucios)… -Te estaba esperando cura ¡Traga hostias! … tus oraciones son de lata y no llegan al cielo, obedece la receta de los layk’as (brujos) … el anticristo es el cura … ¡Muladar, akatank’a (insecto cuyo hábitat son las eses) … Ustedes, los indios van a entrar por la puerta grande a mi casa (cuando yo muera) ¡De frente, como dueños! Pongo de testigos al pueblo y a su cura. … y llévense cuanto es mío. Mi mujer seguirá encerrada en su cuarto con la Gertrudes .. ¡Yo predico la venganza, señores! .. sus manos temblaban. –No es cobardía; es el alcoholismo … El cuerpo del anciano se convulsionaba débilmente; tenía un poco de espuma en la boca.” Y así, el Viejo se suicidó tomando veneno.

La novela se entreteje en el odio entre los hijos del Viejo, don Bruno (terrateniente de nata mentalidad feudal) y don Fermín (de mentalidad de un típico hombre de negocios aburguesado que deseaba ver la modernidad en la sierra). Así mismo la novela –en sus 604 páginas- recrea las complejidades sociales que se suscitan en torno a la explotación de la mina Aparcora en la que la empresa transnacional, movida por apetitos gananciales, crea condiciones objetivas para la convulsión social campesina en Lahuaymarca liderada por un indio, Rendón Willca, quién había asistido al colegio, había estado en Lima y sabía lo que significaba la clase dominante y propició una gran rebelión en contra del sistema imperante.
Así mismo, en esta novela Arguedas hace célebres, además de las ya mencionadas, algunas otras palabras quechuas: Punaruna (indio), Salk’a (salvaje, ignorante), Maula (pérfido, felón), Alk’o (cobarde), Chascha (adulete), Wak’ate (cobarde, llorón), Saccra (diablo, anticristo), K’echa (débil de carácter).

Por otra parte, hay un extraordinario libro, Las cartas de Arguedas escrito por John V. Murra, que leí no recuerdo dónde ni cuándo. En este libro, Murra, gran amigo personal de Arguedas, hace referencias, por ejemplo, de las penurias de un José María sin un centavo en el bolsillo, sobre su contacto con prostitutas en Chile, sobre su impotencia, etc. que Arguedas escribía a Murra y también sobre lo que significaba para él (José María) la “Mama Lola Hoffman”, su psiquiatra. Como se sabe, Arguedas se suicida con un tiro en la sien estando en la Universidad Agraria La Molina; entonces Arguedas era también profesor de San Marcos.
Jaime Guardia, famoso charanguista de Huamanga, que hoy nos sigue brindando las melodías de su charango con canciones ancestrales ayacuchanas, fue amigo personal de José María, al igual que el eximio violinista sentimental andino Máximo Damián y disfrutaba muy sinceramente de su música así como de los danzantes de tijeras. Arguedas dedica la novela Todas las sangres a Jaime Guardia; diciendo así: “A Jaime Guardia, de la villa de Pausa, en quien la música del Perú está encarnada cual fuego y llanto sin límites.”
Yawar fiesta, Los ríos profundos, El sexto, El zorro de arriba y el zorro de abajo, La agonía de Rasu Ñiti y otras, son las obras de José María Arguedas que le ha convertido en un escritor apurimeño de talla universal.
JULIO RAMÓN Y RIBEYRO
La palabra del mudo (Antología)
Julio Ramón Ribeyro se destacó por sus famosos cuentos cuyos protagonistas eran pobres, marginados; por consiguiente, sin voz (y sin voto). En tanto que otros escritores se ocupaban de la vida de los pueblos, de las guerras, del amor, de las aventuras, etc.; Ribeyro escribía acerca de la extrema pobreza y sus crueles manifestaciones en las personas marginadas de la sociedad “oficial” peruana. Narraba la inhumana existencia de los pobres que ningún lector con sensibilidad podía dejar de conmoverse. En tal sentido Ribeyro fue un escritor que altisonante enarboló la voz muda de los desheredados. Si los hombres, niños, ancianos y mujeres pobres eran, por antonomasia, mudos; Ribeyro estaba para alzar sus voces y señalarles que ahí estaban presentes, que también eran humanos.
En la antología (colección de cuentos) titulada La palabra del mudo, en el cuentoLos gallinazos sin plumas Ribeyro dice: “A las seis de la mañana la ciudad se levanta de puntillas y comienza a dar sus primeros pasos. Una fina niebla disuelve el perfil de los objetos y crea como una atmósfera encantada … Los noctámbulos, macerados por la noche, regresan a sus casas envueltos en sus bufandas y en su melancolía. Los basureros inician por la avenida Pardo su paseo siniestro, armados de escobas y de carretas. A esta hora se ve también obreros caminando hacia el tranvía, policías bostezando, canillitas morados de frío, sirvientas sacando los cubos de basura. … A esa hora el viejo don Santos se pone la pierna de palo y comienza a berrear: -¡A levantarse! ¡Efraín, Enrique! ¡Ya es hora! Los dos muchachos corren a la acequia del corralón frotándose los ojos legañosos. … Don Santos, mientras tanto, se aproxima al chiquero y con su larga vara golpea el lomo de su cerdo que se revuelca entre los desperdicios”.
Los niños Efraín y Enrique, obligados a trabajar recogiendo desperdicios en los basurales, tenían que “escoger una acera de la calle para la exploración (de la basura). Un cubo de basura es siempre una caja de sorpresas. Se encuentran latas de sardinas, zapatos viejos, pedazos de pan, pericotes muertos, algodones inmundos. A ellos sólo les interesan los restos de comida… No es raro, sin embargo, hacer un hallazgo valioso. Un día Efraín encontró unos tirantes con los que fabricó una honda. Otra vez una pera casi buena que devoró en el acto. Enrique, en cambio, tiene suerte para las cajitas de remedios, los pomos brillantes, las escobillas de dientes usadas y otras cosas semejantes que colecciona con avidez”.