El Tribunal de la Razón
Por: Nemesio Espinoza Herrera
Acaso la virtud más grande del ser humano sea su capacidad de
razonamiento, es decir, de pensamiento ¿Razonamos? ¿Pensamos? O es que actuamos
y nos conducimos sin razonar, impulsados por nuestros prejuicios, estereotipos,
costumbres, taras.
“En cuanto al espacio, el universo me comprende y me devora como un
punto. Pero por el pensamiento (por la razón) yo comprendo al universo”, decía
Blaise Pascal, científico y filósofo francés que inventó la computadora en
1642.
La razón es Dios, Dios es la razón. Inclusive la religión está –o debe
estar- “dentro de los límites de la razón”. La razón del pensamiento humano es
lo que –finalmente- hace avanzar, para bien o para mal, a la humanidad. El
razonamiento (la reflexión, la deducción, la inferencia, la lógica, el
“filosofar”) o el pensamiento es la fuente de los conocimientos.
Para conocer la verdad de las cosas o fenómenos –o aproximarse a ella-
hay dos caminos: razonar o experimentar (tocar, oler, oír, ver, sentir).
Razonar y experimentar no es –no debía ser- excluyentes sino complementarios
para conocer o explicar acertadamente las cosas o los fenómenos.
Racionalismo (la razón, el pensamiento) y empirismo (experiencia) han
sido, desde siglos atrás, dos métodos para conocer. Los grandes filósofos como
Descartes (pienso, luego
existo; decía), Spinoza, Leibniz (racionalistas) así como Bacon,
Hume, Locke, Comte (empiristas) plantearon que los conocimientos se adquieren
racionalmente (los primeros) o empíricamente (los segundos). Pero uno
(racionalismo) no excluye al otro (empirismo). Se complementan. Es indudable
que para conocer hay que razonar –ante todo- pero también experimentar.
Grandes peruanos lograríamos si desde niños enseñáramos -en el hogar, en
el colegio. en la universidad- a RAZONAR. La educación es -o debe ser- ante
todo enseñar a razonar, a formar el hábito del razonamiento, de la lógica, del
pensar (y bien) antes de actuar y hablar. No debemos creer en nada hasta
comprobar con la razón. Para aceptar como verdad, primero razonar (y bien).
La razón es lo único que nos diferencia de los animales (irracionales).
Todo debe ser sometido al Tribunal de la Razón, a la Luz de la razón. Salvo “el
corazón que tiene sus razones que no ve la razón”. (En la imagen, René
Descartes -1596-1650- quien dijo: Razono, luego existo. Su
famosa obra fue titulado El Discurso del Método).
Por: Nemesio Espinoza Herrera
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