31 diciembre, 2013

TIPOLOGÍAS HUMANAS

TIPOLOGÍAS HUMANAS
El conchudo, el cojudo y el pendejo
“El que no vive de conchudo, muere de cojudo”. La autoría de esta especie de proverbio corresponde al psiquiatra Julio Hevia, profesor de la Universidad de Lima y egresado de la Facultad de Psicología de San Marcos. Agrega: “No sé si todos queremos ser conchudos o pendejos, pero por lo menos no queremos ser cojudos ni huevones, y en el afán de evitarlo quizá nos acercamos a los extremos” (El Dominical, El Comercio 13/10/02).
El Estado, la Iglesia, el Ejército, la universidad, la empresa, el matrimonio, la cárcel, la cantina; en suma, la sociedad está plagada de conchudos, cojudos y pendejos. Levantas una piedra y aparecen por docenas tales alimañas. Así como Ingenieros dijo que la mediocridad es un valor social; la conchudez, la cojudez y la pendejada resultan siendo también valores y tipologías sociales de la personalidad humana. Aunque, ser conchudo ya es, de por sí, ser pendejo; empero, conviene hablar, en el Perú, en términos de la tríada: el conchudo, el cojudo y el pendejo; pues en cada país tiene sus propias acepciones.

Un ejemplo típico de pendejo es Rasputín, quien era un humilde campesino; pero, por su naturaleza innata, era un “libertino”. Rasputín se las ingenió entrar al servicio del zar (rey de Rusia) y se ganó su absoluta confianza porque daba acertados consejos que le permitían al rey mantenerse, y bien, en el poder. En buena cuenta, Rasputín era especie de brujo, pitoniso, curandero, espiritista; y, para complemento de su (des)ventura, un maniático sexual que todas del palacio –incluyendo la reina- cayeron entre sus piernas y para todas las mujeres era el mejor haciendo el amor; es decir, Rasputín era un perfecto pendejo. Pero él creía -como creen equivocadamente los pendejos actuales- que era inmune e impune y el pobre cojudo Rasputín murió asesinado. Dicen que Rasputín tenía el miembro viril más grande del mundo (40 cm) y que tal pene cercenado se exhibiría en uno de los museos del mundo. Para mí, esta conjetura es otra pendejada de quienes pretenden idolatrar a Rasputín.
El adagio “Dios me libre de mis amigos que de mis enemigos me libro yo” es señal inequívoco que habiendo sido cojudo, uno se viene a dar cuenta tardíamente que estuvo rodeado de pendejos (as) o de conchudos (as), quienes se declaraban ser amigos tuyos. Los corruptos (abundantes en el Perú), por citar otro ejemplo, son los más pendejos que todos los pendejos juntos; son caraduras, sinvergüenzas, kullu uyas, kcala uyas; y todavía para poner a prueba toda su pendejada corren gritando ¡al corrupto!, ¡al ladrón!

Estando mi amigo desempleado y divagando por la calle cavilando sobre cómo hay pendejos (empleados) que ganan sin hacer nada y él hecho un cojudo pateando latas, vio en el quiosco de los periódicos una pequeña revistilla que decía Manual del Pendejo, cómo vivir sin trabajar y quitarle la esposa del vecino. (
http://hrbrthlgn.blogspot.com/) ¡Eureka! Había encontrado su salvación y por una miserable moneda de un sol, la compró con la huera pretensión de convertirse en un pendejo, aunque ni su cara le ayudaba para serlo. Había caído en la pendejada. Hoy mi amigo sigue siendo cojudo, convencido que ser pendejo es vocación; pero degustó el siguiente texto:
“QUERIDO LECTOR, sabemos sobradamente que no eres un pendejo ¡Claro que no! Por eso es que sufres como sufres, porque para vivir bien en este país tienes que ser pendejo, de otra manera uno está expuesto a la pendejada de los demás.. Por eso estamos seguros que después de leer este pequeño manual que hoy ponemos a tu disposición, harás cuanto puedas por llegar a ser un gran pendejo, con todas las de la ley, aunque no tengas disposiciones naturales para serlo.”
Sofocleto también da lecciones sobre las pendejadas en el Perú. En su famoso libro Los Cojudos reflexiona así: “Dado que el mundo está lleno de pendejos, no podríamos definir a la Sociedad como "un conglomerado de insignes cojudos" y, en consecuencia, para determinar la ubicación exacta del cojudo en nuestro medio social tendríamos que comenzar formulando una Tipología del Cojudo en sus dos manifestaciones esenciales: a) El aspirante a Cojudo, y b) El Cojudo propiamente dicho”.
“El aspirante a cojudo no es, como podría suponerse, un menor de edad ni nada parecido. Es simplemente un sujeto al que la vida no le dio todavía la oportunidad de hacer una Gran Cojudez que le sirva como tesis doctoral o de resbalar en un Cojudeo Sensacional que lo prestigie en el medio ambiente como un cojudo legítimo...”
“El Cojudo propiamente dicho es otra cosa. Nació para ser cojudo y cumple su destino a la perfección, sin quemar etapas, sin saltarse a la torera ninguno de los requisitos que exige la ortodoxia y la liturgia de la Cojudez Ancestral. Al cojudo de profesión le ponen cuernos, lo estafan, lo asaltan, le embarazan a la hija y le devuelven a la hermana. Tiene tías solteronas y va al circo solo, porque se encandila con el payaso, el trapecio y los leones. Es siempre el último de la cola, el que pierde la lotería por un número y camina como pato porque sufre escaldadura crónica. Como todo cojudo auténtico, es devoto de un santo rarísimo, y llora con las películas mexicanas porque siempre se identifica con el que lleva la peor parte, así se trate de Sara García. El cojudo propiamente dicho, llega a su climax sobre los treinta años y alcanza la apoteosis a los cincuentinueve. De los sesenta para arriba es lo que se llama "un viejo cojudo", lo cual significa que no le falta sino cometer la Gran Cojudez Final que cierre con broche de oro su carrera, antes que algún pendejo de la familia consiga meterlo en el manicomio bajo los cargos de Arteriosclerosis Generalizada y Problemas de Conducta que es como los siquiatras llaman a los cojudos, para disimular...”
“Pasé a vivir entre cojudos con la intención de escribir un libro sobre ellos pero a los veinte días los cojudos escribieron, entre todos, un libro sobre mí. Confieso que esto me sumió en un mar de dudas. ¿Era yo un pendejo entre cojudos, o era un cojudo entre cuatro pendejos? No tenía manera de averiguarlo y decidí mirarme en el espejo para discutir el punto conmigo mismo. Bueno, me encontré con la más perfecta cara de cojudo que he visto en mi vida...”.

Nemesio Espinoza Herrera


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