El hombre mediocre
Mensajes de José Ingenieros para la juventud
universal
Por.
Nemesio Espinoza Herrera
Yo he preguntado a los jóvenes si han leído a Ingenieros. Es lamentable
saber que no. Yo invito a ellos, en realidad a todos, leerlo. Es un excelente
libro especialmente dedicado a jóvenes pues ofrece mensajes a quienes están en
la mejor edad de formarse una mentalidad y evitar un conjunto de prejuicios,
hipocresías, rutinas, servilismos. Ingenieros predica la formación de jóvenes
con IDEALES, principios y con mucha IMAGINACIÓN que apunten –con mucho
esfuerzo- siempre hacia lo mejor, hacia la perfección; vale decir, hacia la
entelequia; la misma que, al fin y al cabo, es también un ideal. “La
imaginación es más importantes que los conocimientos” (Einstein). Siendo la
mediocridad –a decir de Ingenieros- un valor social, los jóvenes tiene que
esforzarse a no pertenecer al “montón” de jóvenes sin ideales, sin principios,
sin valores. Los jóvenes tienen que admirar a los poetas, a los héroes, a los
genios, a los santos, a la belleza; tienen que expresar con éxtasis las
maravillas de la naturaleza. Sólo así los jóvenes pueden participar activamente
en la construcción de nuevas sociedades absolutamente justas, ideales,
quiméricas.
"Siempre habrá evidentes contrastes entre el servilismo y la
dignidad, la torpeza y el genio, la hipocresía y la virtud... siempre habrá por
fuerza, mediocres e idealistas". Es decir siempre habrá una lucha
(dialéctica) entre el bien y el mal y los jóvenes genios tienen que tomar partido
siempre por los segundos, luchando siempre contra las “experiencias sumisas del
pasado, contra las rutinas, prejuicios y domesticidades". "El hombre
mediocre -como en general, la personalidad humana-", es manso,
conformista, sin ideales, sin principios, sin capacidades de lucha, sin saber a
dónde va. Y es que así nos han formado nuestros padres y nuestros profes,
nuestra sociedad; pues, "cada individuo es el producto de dos factores: la
herencia y la educación".
El genio imagina, fantasea, innova, crea, inventa; piensa con su cabeza.
El imbécil es rutinario, imita, sigue gregariamente a otros, piensa con la
cabeza de la sociedad. El genio es rebelde ante todo. "Los hombres
mediocres son rutinarios, honestos y mansos; piensan con la cabeza de los demás,
comparten la ajena hipocresía moral y ajustan su carácter a las domesticidades
convencionales. Todos los hombres de personalidad firme y de mente creadora,
sea cual fuera su escuela filosófica o su credo literario, son hostiles a la
mediocridad. Toda creación es un esfuerzo original; la historia conserva el
nombre de pocos iniciadores y olvida a innúmeros secuaces que los imitan”. El
hombre mediocre es manso, solemne, modesto, adora el sentido común (y no el
buen sentido que es síntesis), es indeciso, confuso.
"El horror de lo desconocido los ata a mil prejuicios, tornándolos
timoratos e indecisos: nada aguijonea su curiosidad; carecen de iniciativa y
miran siempre al pasado, como si tuvieran los ojos en la nuca... a veces no
delinquen por cobardía ante el remordimiento...No viven su vida para si mismos,
sin o para el fantasma que proyecta en la opinión de sus similares...
renunciarían a vivir antes que gritar la verdad frente al error de
muchos".
Los hombres mediocres "Repiten que es preferible lo malo conocido a
lo bueno por conocer. Ocupados en disfrutar lo existente, cobran horror a toda
innovación que turbe su tranquilidad". “La educación oficial involucra ese
peligro: intenta borrar toda originalidad poniendo iguales prejuicios en
cerebros distintos...Los hombres excelentes, en cambio, desdeñan la opinión
ajena en la justa proporción en que respetan la propia".
Los mediocres "Ignoran la sentencia de Shakespeare: hereje no es el
que arde en la hoguera, sino el que la enciende. Los mediocres comulgan en
todos los altares. Son hombres cuyas cabezas tienen una significación puramente
ornamental. El ignorante nunca se pregunta porque la luna siempre esta allí; si
alguien se preguntara lo tomaría como a un hombre no cuerdo; son estigmas de la
mediocridad. El joven que lucha contra la mediocridad tiene que despertar
envidia en los mediocres. "El que envidia se rebaja sin saberlo, se
confiesa subalterno. No ser envidiado es una garantía inequívoca de
mediocridad".
Lo peor es que el accionar de los mediocres crea un clima de mediocridad
(mediocracia). Esos mediocres individualmente no son nada, juntos forman un
sistema. En la mediocracia nadie puede volar porque todos se arrastran. En la
mediocracia "Coviénese en llamar urbanidad a la hipocresía, distinción al
amaricamiento, cultura a la timidez, tolerancia a la complicidad".
En la mediocracia "los filósofos, los sabios y los artistas están
demás....el sabio es igualado al analfabeto, el rebelde al lacayo, el poeta al
prestamista. Las mediocracias negaron siempre las virtudes, las bellezas, las
grandezas; dieron el veneno a Sócrates, el leño a Cristo, el puñal a César, el
destierro a Dante, la cárcel a Galileo, el fuego a Bruno”; yo agregaría: los 4
caballos a Túpac Amarú, la daga a Micaela Bastidas, el fusil a José Olaya; el
odio a Che Guevara, a Salvador Allende.
La clase política de mediocres es peor: ellos son los "Asnos
enriquecidos que aspiran a ser tutores de pueblos, sin mas capital que sus
constancias y sus millones; cobardes porque se dirigen a plebes que no saben
descubrir el embuste. Halagar a los ignorantes y merecer sus aplausos,
hablándoles sin cesar de sus derechos, jamás de sus deberes".
Parafraseando a Manuel González Prada: sólo los jóvenes salvarán al
Perú; porque lucharán contra la mediocridad y la mediocracia.
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