02 enero, 2014

Mi paisana Juanita

MI PAISANA JUANITA
Chinitos son tus ojitos
Mi paisana Juanita es una de esas cholas –como decía mi tío Antolín- “bien ricas” y, peor aún, pendencieras. Donde ponía el ojo ponía la bala. (A buen entendedor, pocas palabras). Tenía fama de “tumba cholo”. Pero, eso sí, se caracterizaba también por ser trabajadora y muy responsable. Un día, de pura curiosidad y ya un poco entrado en confianza con ella, le pregunté: -Oye Juanita, tú haces el amor con condón? Juanita que no tenía la menor idea de condón, porque era cucufata en algunas “modernidades”, y en una actitud defensiva para demostrar que sabe lo que le están preguntando, después de una pequeña pausa reflexiva, respondió: -Sí, con don Juan, con don Domingo, con don Justo, con don Telésforo. Es decir, se había levantado –que es como dicen aquí cuando alguien hace relaciones sexuales furtivas y fugaces- a la mayoría de mis paisanos, como bien sospechaba. (Foto: pilingue.blogspot.com)
Después de varios años me enteré que Juanita convivía con mi paisano Jacinto. En Vito, mi pueblo, está comprobado que los matrimonios duran poco mientras las convivencias, para siempre. Un buen día nos encontramos con Jacinto y para celebrar el reencuentro de nuestra amistad ingresamos al Bar Tobara (nostalgia da saber que ya no existe, que de expender cervezas para la buena salud y alegría, ahora convertido en farmacia vende medicinas que empeoran la salud y entristecen –o como decía mi padre: “el doctor me da remedios, yo no los tomo ¡y me sano!”). Después de conversar de todo, cerveza viene, cerveza va, Jacinto determinó contarme su vida. Decía que se había enamorado perdidamente de Juanita, en realidad seguía enamoradísimo; que sin ella no encontraba sentido su vida, que tenía un hijo de casi dos años; pero, mantenía un gran secreto que por ser su mejor amigo decidía hacerme saber, nada más porque para secretos soy yo, un sepulcro. -Mira Nemesio, me dijo, tú debes saber seguramente que Juanita trabajó estos últimos tres años donde el chino Lau en su Chifa. Resulta que cuando mi hijo tenía ya 6 meses de nacido, estuve preocupado porque aún no abría sus ojitos y temiendo que podía tratarse de una enfermedad llevé al médico.
Jacinto, con rasgos absolutamente andinos y sin nada de oriental, me contó lo que había sucedido en el consultorio. Dizque el médico lo revisó muy esmeradamente al niño y asegurándose que Juanita, su conviviente, no escuchara lo que tenía que decirle, condujo a Jacinto a un ambiente contiguo y sin piedad alguna, le habría dicho: –Mira amigo, lamento decirte que el que tiene que abrir los ojos eres tú y no el bebe porque él es chino”. Al escuchar esto de Jacinto casi se me escapa la risa, no de burla sino porque era como si me estuviera contando un chiste de Miguelito Barraza; pero, felizmente me aguanté y esforzándome en presentar compungida mi cara le dije: -Eso quiere decir que no es tu hijo, balbuceé. –Todavía dudas incauto Nemesio, por supuesto que no es mi hijo, es del chino pendejo Lau; me respondió. –pero si el médico te dijo eso hace ya hace un año y medio, veo que sigues conviviendo con ella, le dije. Claro que sí pues amo tanto a Juanita y precisamente ahí está mi problema. De aquella vez –ya transcurre 3 años aproximadamente- no los veo a ninguno de los dos, ni a Juanita ni a Jacinto. Me inquieta saber cómo va esa situación; apenas me entere, seguiré contando. (Es la primera vez, y será la última, que cuento un secreto confiado).

Por: Nemesio Espinoza Herrera

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