31 diciembre, 2013

El hombre mediocre

El hombre mediocre
Mensajes de José Ingenieros para la juventud universal
Por. Nemesio Espinoza Herrera
Yo he preguntado a los jóvenes si han leído a Ingenieros. Es lamentable saber que no. Yo invito a ellos, en realidad a todos, leerlo. Es un excelente libro especialmente dedicado a jóvenes pues ofrece mensajes a quienes están en la mejor edad de formarse una mentalidad y evitar un conjunto de prejuicios, hipocresías, rutinas, servilismos. Ingenieros predica la formación de jóvenes con IDEALES, principios y con mucha IMAGINACIÓN que apunten –con mucho esfuerzo- siempre hacia lo mejor, hacia la perfección; vale decir, hacia la entelequia; la misma que, al fin y al cabo, es también un ideal. “La imaginación es más importantes que los conocimientos” (Einstein). Siendo la mediocridad –a decir de Ingenieros- un valor social, los jóvenes tiene que esforzarse a no pertenecer al “montón” de jóvenes sin ideales, sin principios, sin valores. Los jóvenes tienen que admirar a los poetas, a los héroes, a los genios, a los santos, a la belleza; tienen que expresar con éxtasis las maravillas de la naturaleza. Sólo así los jóvenes pueden participar activamente en la construcción de nuevas sociedades absolutamente justas, ideales, quiméricas.
"Siempre habrá evidentes contrastes entre el servilismo y la dignidad, la torpeza y el genio, la hipocresía y la virtud... siempre habrá por fuerza, mediocres e idealistas". Es decir siempre habrá una lucha (dialéctica) entre el bien y el mal y los jóvenes genios tienen que tomar partido siempre por los segundos, luchando siempre contra las “experiencias sumisas del pasado, contra las rutinas, prejuicios y domesticidades". "El hombre mediocre -como en general, la personalidad humana-", es manso, conformista, sin ideales, sin principios, sin capacidades de lucha, sin saber a dónde va. Y es que así nos han formado nuestros padres y nuestros profes, nuestra sociedad; pues, "cada individuo es el producto de dos factores: la herencia y la educación".
El genio imagina, fantasea, innova, crea, inventa; piensa con su cabeza. El imbécil es rutinario, imita, sigue gregariamente a otros, piensa con la cabeza de la sociedad. El genio es rebelde ante todo. "Los hombres mediocres son rutinarios, honestos y mansos; piensan con la cabeza de los demás, comparten la ajena hipocresía moral y ajustan su carácter a las domesticidades convencionales. Todos los hombres de personalidad firme y de mente creadora, sea cual fuera su escuela filosófica o su credo literario, son hostiles a la mediocridad. Toda creación es un esfuerzo original; la historia conserva el nombre de pocos iniciadores y olvida a innúmeros secuaces que los imitan”. El hombre mediocre es manso, solemne, modesto, adora el sentido común (y no el buen sentido que es síntesis), es indeciso, confuso.
"El horror de lo desconocido los ata a mil prejuicios, tornándolos timoratos e indecisos: nada aguijonea su curiosidad; carecen de iniciativa y miran siempre al pasado, como si tuvieran los ojos en la nuca... a veces no delinquen por cobardía ante el remordimiento...No viven su vida para si mismos, sin o para el fantasma que proyecta en la opinión de sus similares... renunciarían a vivir antes que gritar la verdad frente al error de muchos".
Los hombres mediocres "Repiten que es preferible lo malo conocido a lo bueno por conocer. Ocupados en disfrutar lo existente, cobran horror a toda innovación que turbe su tranquilidad". “La educación oficial involucra ese peligro: intenta borrar toda originalidad poniendo iguales prejuicios en cerebros distintos...Los hombres excelentes, en cambio, desdeñan la opinión ajena en la justa proporción en que respetan la propia".
Los mediocres "Ignoran la sentencia de Shakespeare: hereje no es el que arde en la hoguera, sino el que la enciende. Los mediocres comulgan en todos los altares. Son hombres cuyas cabezas tienen una significación puramente ornamental. El ignorante nunca se pregunta porque la luna siempre esta allí; si alguien se preguntara lo tomaría como a un hombre no cuerdo; son estigmas de la mediocridad. El joven que lucha contra la mediocridad tiene que despertar envidia en los mediocres. "El que envidia se rebaja sin saberlo, se confiesa subalterno. No ser envidiado es una garantía inequívoca de mediocridad".
Lo peor es que el accionar de los mediocres crea un clima de mediocridad (mediocracia). Esos mediocres individualmente no son nada, juntos forman un sistema. En la mediocracia nadie puede volar porque todos se arrastran. En la mediocracia "Coviénese en llamar urbanidad a la hipocresía, distinción al amaricamiento, cultura a la timidez, tolerancia a la complicidad".
En la mediocracia "los filósofos, los sabios y los artistas están demás....el sabio es igualado al analfabeto, el rebelde al lacayo, el poeta al prestamista. Las mediocracias negaron siempre las virtudes, las bellezas, las grandezas; dieron el veneno a Sócrates, el leño a Cristo, el puñal a César, el destierro a Dante, la cárcel a Galileo, el fuego a Bruno”; yo agregaría: los 4 caballos a Túpac Amarú, la daga a Micaela Bastidas, el fusil a José Olaya; el odio a Che Guevara, a Salvador Allende.
La clase política de mediocres es peor: ellos son los "Asnos enriquecidos que aspiran a ser tutores de pueblos, sin mas capital que sus constancias y sus millones; cobardes porque se dirigen a plebes que no saben descubrir el embuste. Halagar a los ignorantes y merecer sus aplausos, hablándoles sin cesar de sus derechos, jamás de sus deberes".

Parafraseando a Manuel González Prada: sólo los jóvenes salvarán al Perú; porque lucharán contra la mediocridad y la mediocracia.

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