30 diciembre, 2013

Nada de nada

Nada de nada
¿Qué quiere, finalmente, el hombre (y la mujer) en la tierra?. Insignificantes en el cosmos y cuyas vidas duran, por más larga que sea, apenas un abrir y cerrar los ojos. Cuando parten de la tierra a otro mejor mundo -según dicen- nada dejan porque nada trajeron, ni nada pueden llevar; ni los recuerdos. Nada de nada.
Nada llevo, nada dejo (por pendejo)
La muerte es inevitable. Es una Ley de la Naturaleza, de Dios. Menos los médicos pueden evitarlo, ni siquiera tardarlo. Empero, el ser se va de la vida así como vino: desnudo, sin nada. Sin nada vino a la tierra, sin nada se marcha de ella.
“Encontrándose al borde de la muerte, Alejandro MAGNO convocó a sus generales y les comunicó sus tres últimos deseos: 1. Que su ataúd fuese transportado por los médicos de la época. 2. Que fueran esparcidos por el camino hasta su tumba los tesoros que había conquistado (plata, oro, piedras preciosas…) y 3. Que sus manos quedaran balanceándose en el aire, fuera del ataúd, a la vista de todos.
Uno de sus generales, admirado por tan insólitos deseos, le preguntó a Alejandro cuales eran sus razones. Alejandro explicó: 1. Quiero que los más eminentes médicos carguen mi ataúd para mostrar que ellos NO tienen, ante la muerte, el poder de curar. 2. Quiero que el suelo sea cubierto por mis tesoros para que todos puedan ver que los bienes materiales aquí conquistados, aquí permanecen y 3. Quiero que mis manos se balanceen al viento, para que las personas puedan ver que vinimos con las manos vacías, y con las manos vacías partimos.

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